La tradición manda, que todos los 7 de Septiembre, la Virgen de los Remedios, Patrona de Belmez, sea trasladada a hombros de sus costaleros, desde su Ermita a la Parroquia “Ntra. Sra.de la Anunciación”, desde donde sale al día siguiente en solemne procesión y el día 11 de vuelta a su ermita, desde donde bendice a lo largo del año a todos los que accedemos a la localidad entrando por la Nacional 432 Badajoz- Gramada.
Normalmente, los que somos de fuera de la localidad y nos gusta asistir a este tipo de procesiones, acompañando a las Patronas de los pueblos vecinos, o al menos es mi caso, venimos a verla el día del traslado de su ermita a la parroquia, tan sólo en una ocasión la había visto de día y de eso hace ya muchos años.
Por esa razón, este año, he pensado que sería bueno verla en la calle a plena luz del día en todo su esplendor y sin el “agobio” de la ingente cantidad de personas que la acompañan el día anterior. Estaréis conmigo, en que la belleza natural de la Virgen se ve mejor de día que de noche y las fotos también salen mejor.
Por esas y otras razones, he disfrutado igual que cualquier Belmezano viendo a la Virgen de los Remedios, moverse al compas que le dan sus costaleros, que este año, igual que ocurriera el año pasado por primera vez, han estado acompañados por la Banda Municipal de Música, surgida de la Escuela Municipal de Música, dirigidos por Antonio Estepa y Juan José Díaz, una banda, que para el poco tiempo que lleva preparándose como tal, creo que algo más de un año, se oye bastante bien, muy bien me atrevería a decir. Enhorabuena al Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Belmez y su titular Aurora Alcalá, por la decisión que tomaron en su día para crearla.
En cuando a la cuadrilla de costaleros que portan a la Patrona de Belmez, decir que están dirigidos por Juan Epifanio González Molina. Juan Epi, como es conocido por todos, es capataz de la Patrona desde que salieron por primera vez a hombros en 1979, anteriormente lo hacía a ruedas. El paso es llevado por 16 personas en el exterior y algunos en el interior, y gracias a los relevos que van dando constantemente otras tantas personas a lo largo de los recorridos de las tres salidas, el paso nunca para, nunca es apoyado en el suelo para descansar.