La crisis está dejando al descubierto a todos esos políticos, directivos de bancos, empresarios y especuladores financieros que nos han llevado a esta situación por culpa de su avaricia y usura a costa del resto de españolitos de a pié, que tan sólo nos queda buscar la forma de aguantar esta crisis como mejor podemos.
Viendo lo que a diario nos cuentan los medios de comunicación sobre la corrupción generalizada existente en ciertas comunidades autonómicas, me da por pensar y preguntarme sobre lo que ocurriría años atrás cuando no nos enterábamos de nada, auspiciado por la dictadura franquista. Si ahora, que en teoría casi todos los trapicheos financieros, especulaciones y sobornos, tarde o temprano salen a la luz, antes, que todo se quedaba en familia, eso sí, en la familia franquista, las debían hacer bien gordas y lo malo es que casi todos los implicados quedaban impunes y enriquecidos.
Ahora es el caso de Iñaki Urdangarin el que tenemos entre manos, pero ante fueron muchos otros, que relacionarlos haría interminable esta columna y ha todos les ha salido rentable ser unos cínicos mangantes, porque en muy pocas ocasiones el juez les ha condenado a devolver todo el dinero que según el sumario se han llevado. Igual pasa con las condenas que les caen, es de risa, porque encima que son pocos años, saben que van a cumplir la mitad de la condena y podrán disfrutar de los millones robados lo que le quede de vida, mientras que el resto de los mortales debemos seguir padeciendo la crisis que ellos han provocado.
Desde aquí pediría al poder judicial, que en vez de dedicarse a enjuiciar al único juez que se ha atrevido a poner las cosas en su sitio en temas como la corrupción política, los desaparecidos de izquierda en la Guerra Civil Española y algún que otro tema incómodo para cierta clase política y judicial, se dedicaran unos y otros a promover leyes con condenas más eficaces y reales. Y mientras tanto, una Delegada de Gobierno algo trasnochada y con ideas mas cercanas a la ultraderecha, que a las constitucionales, no duda en ordenar a unos antidisturbios, que visto lo visto deben tener sus mismas ideas, carguen dando palos a diestro y siniestro, sin ton ni son, a sangre y fuego, como si en ello les fuera la vida, contra unos estudiantes indefensos y todo el que por allí pasaba.
Apañados estamos el resto de los ciudadanos, porque de seguir así las cosas, si no buscan una rápida solución, nos vamos a comer los unos a los otros, porque la desesperación nos hace realizar cosas imprevisibles y la violencia genera violencia.
Espero y deseo que esto no termine como en Grecia.