10 de febrero de 2014 | Adalberto García-Donas León
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Día a día estamos viendo como los nuevos casos de corrupción, con personajes públicos como protagonistas, altos cargos de empresas privadas, políticos de todos los niveles y satélites que los circundan, están consiguiendo que lo veamos como algo natural, como que enriquecerse sin miramiento alguno, es algo que va implícito en el cargo. No se ustedes, pero yo me niego
rotundamente a que gentuza de este calibre campen a sus anchas, riéndose de nosotros en nuestras caras, riéndose de la justicia aprovechando leyes que parecen estar hechas a su medida. Con esto no quiero decir que todos los políticos y demás altos cargos, sean unos mangantes y unos sinvergüenzas, ¡no!, también los hay, no cabe duda, tan honrados como el que más, pero ellos, con su silencio y su falta de presión y nosotros, haciendo mal uso de nuestro voto, estamos dando vidilla a toda esta pandilla de vividores, que no sólo nos roban o no dimiten de su cargo mientras dura el proceso, sino que después de varios años de pleito y si los jueces consiguen mandarlos a la cárcel, es solo para estar un poco tiempo de vacaciones pagadas, y luego, a seguir disfrutando de gran parte de los millones que han robado. Parece que la cosa no va con ellos, que viven en otra galaxia, en otra dimensión. ¿De tal forma nos hemos encallado, que ya no le damos importancia a los temas de corrupción?
Por otro lado tenemos al gobierno, haciendo y deshaciendo a su antojo y al de la Sra. Merquel. No hay día que pase que no den otra vuelta de rosca a nuestros derechos, bastante pisoteados ya. Hasta donde tenemos que llegar para que se nos escuche y para que se den cuenta que así no vamos a ningún sitio?
¿Cuántos actos violentos tenemos que hacer para que se den cuenta que estamos artos de ellos? ¿O es lo que están buscando? Si para Ana Botella son actos de terrorismo urbano, para la mayoría serían simplemente puñetazos en la mesa, para decir bien alto ¡Bastaaaaa!
Los políticos, principalmente diputados y senadores, deben estar ahí para servir al pueblo, no al capital. Con su aptitud, negándose a perder privilegios impensables en cualquier otra actividad laboral aun después de dejar el cargo, están perjudicando seriamente a la democracia. Y mientras ellos se mantienen en su burbuja, el gobierno aprovechando la mayoría parlamentaria hace y deshace a su antojo, enfrentándose al pueblo que sale a protestar de forma pacífica, arriesgándose a que esa pandilla de “valientes” uniformados y acorazados, los apaleen sin miramiento alguno y sin motivo aparente.
Como esto no cambie, mal camino llevamos. Y mientras tanto la Sra. Merquel hace todo lo contrario de los que nos exige a nosotros al obligarnos a jubilarnos a los 67años y coloca en su país la edad de jubilación a los 63años. ¿Alguien lo entiende