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Una vez más y van seis años seguidos, la aldea mellariense de Navalcuervo se transforma por un día en la aldea de Belén, gracias al buen hacer de los cerca de 300 personas entre personajes, más de 100 y personal de apoyo y atrezo, y los más de 30 espacios escénicos distribuidos a lo largo y ancho de toda la aldea. Y todo ello aderezado con las antorchas encendidas que dan más realismo al momento que se intenta representar.
Pero como todo no iba a ser perfecto, igual que ocurriera el año pasado, el frío y sobre todo el agua, se apoderaron del entorno, de tal forma, que la explanada que normalmente se habilita para aparcamiento junto a la carpa de espera, estaba totalmente inutilizable por el barro, lo que provocó ciertos momentos de desconcierto a la hora de aparcar los vehículos con los que cientos de personas de los pueblos de alrededor y provincias, se acercaban a la aldea a pesar del mal tiempo reinante.
Los responsables de este espectacular montaje son los componentes de la Asociación de Vecinos “Ntra. Sra. de la Piedad” y los de la Asociación Juvenil “Los de la Perrilla”, para lo que han contado con la colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna, la Mancomunidad de Municipios, la Peña Hípica “Virgen de Gracia”, el Grupo de Teatro “La Tramoya” y un buen puñado de amigos de Navalcuervo. También han colaborado voluntarios de Protección Civil y la Policía Local de Fuente Obejuna.
A pesar de todo lo comentado respecto a la climatología adversa, la representación se pudo realizar en varios pases, gracias a la paciencia de todos, público y personajes, entre los que se encontraba como protagonista principal, el niño Jesús, encarnado en esta ocasión por Enrique Rubio Gómez, un precioso niño de tres meses. El personaje de María lo hizo María José Murillo, que debuta este año como tal y el de José, que un año más lo encarnó José Fernández.
Allí pudimos ver oficios tan antiguos como el de lavandera, carpintero, panadero, pastor, herrero, mercader en todas sus extensiones, hilandera, alfarero, hortelano, aguador, zapatero, harinera, posadera y a personas haciendo gachas, migas, jabón, perol de carne, queso y embutidos. También pudimos ver a los Magos de Oriente en sus tronos y a caballo, acompañados de sus pajes, al rey Herodes y su guardia real, la anunciación del ángel a los pastores o hebreos pescando. En definitiva, todo un montaje digno de elogio, pero tan complejo, que los organizadores se están plateando realizarlo al menos cada dos años.
Sea como fuere, lo hagan cuando lo hagan, que no falte nunca la carpa que nos hace más llevadera la espera, pudiendo degustar los tradicionales dulces de la tierra como son los pestiños, roscos y flores realizados de forma artesanal por personas de la organización, acompañado de un buen chocolate calentito. En ese mismo lugar, tras finalizar las representaciones, pudieron disfrutar de un buen baile hasta entrada la madrugada.

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