11 de septiembre de 2011 | Enrique Mezquita
Un dispositivo permite a los ciegos 'escuchar' los objetos
CONVIERTE IMÁGENES EN SONIDOS
La carencia de un sentido agudiza los demás, como ocurre con el oído en las personas invidentes. Aprovechando ese desarrollo y la capacidad natural de los humanos para localizar el origen de los sonidos, un nuevo dispositivo permitirá a personas ciegas oír los objetos.
Uno de los principales retos para las personas invidentes es conseguir cada vez mayor integración y autonomía para desenvolverse. En este contexto, ingenieros del Centro de Investigación en Tecnologías Gráficas (CITG) de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) han desarrollado un nuevo dispositivo, el EYE 21, que permite transformar el espacio que nos rodea en una auténtica imagen acústica y, a partir de ella, facilitar a estas personas moverse con mayor facilidad en cualquier entorno.
• El ser humano tiene la capacidad natural de detectar con precisión la procedencia de un ruido o sonido, algo que se puede mejorar con la práctica
Según ha explicado a Diario Médico Guillermo Peris-Fajarnés, director del CITG y coordinador del proyecto, "el sistema está compuesto por unas gafas de sol muy ligeras que llevan adheridas dos microcámaras especiales de adquisición de imagen. Gracias a estas cámaras, que trabajan sincronizadas, se obtiene una información tridimensional del espacio y esa imagen, tras ser procesada por un micro-ordenador, se transforma en una información sonora, que llega al oído del invidente a través de unos auriculares".
En esencia, el sistema hace un reconocimiento de formas y las sustituye por sonidos posicionados sobre su superficie. De esta forma la persona invidente oye el espacio y su cerebro reconstruye las formas a partir de los sonidos espacializados.
• El reto es reducir el tamaño y el peso del 'hardware' necesario y encontrar una forma de fabricar el producto en serie, abaratando así su coste
Peris-Fajarnés, que es catedrático del Departamento de Ingeniería Gráfica de la UPV, ha señalado que este sistema utiliza una capacidad natural del ser humano. "Cuando nuestros oídos funcionan correctamente tenemos, en mayor o menor medida dependiendo de la persona, la capacidad natural de detectar la procedencia de un ruido o sonido con cierta precisión, algo que se puede mejorar con el entrenamiento".
En este sentido, "como tenemos esa capacidad de reconocer de dónde proviene un objeto, colocamos un sonido donde queremos representar que hay un punto. Y cuando oímos que viene de esa posición, el cerebro lo procesa directamente en la zona de percepción espacial". Según Peris-Fajarnés, "cuando la persona se habitúa a utilizarlo, deja de percibir el sonido como tal y lo que realmente percibe es un espacio o una forma".
Retos de futuro
El coordinador del proyecto ha explicado que "el EYE 21 se ha probado tanto en ciegos de nacimiento como en personas que perdieron la vista a lo largo de su vida y, en ambos casos, los resultados son muy positivos y prometedores". Sin embargo, ha añadido que "no se sabe realmente qué efecto puede tener en las personas ciegas de nacimiento, ya que su concepción espacial es distinta; lo que sí sabemos es que quienes las han utilizado logran detectar objetos en pocos minutos y, conforme lo utilizan más tiempo, van adquiriendo un sentir que antes no tenían". El propio éxito de las pruebas "ya nos permite entregar unidades". Los investigadores ya han elaborado más de una decena mediante un proceso artesanal.
No obstante, han matizado desde el CITG, aún quedan retos para poder llevar con mayor facilidad el producto al mercado. Víctor Santiago, investigador del CITG y director técnico del proyecto, ha destacado que "uno de los retos más importantes que estamos teniendo a estas alturas del proyecto es precisamente el hardware, sobre todo la miniaturización del sistema y el uso de arquitecturas que permitan procesar con cierta velocidad todos los algoritmos y procesos necesarios".
Fabricación en serie
Aunque los ordenadores que se están empleando en el desarrollo del EYE 21 son relativamente ligeros (alrededor de 800 gramos), el objetivo es conseguir "encajar el sistema en una unidad portátil muchísimo más pequeña y funcional", ha apuntado Guillermo Peris-Fajarnés. En esta línea, otro reto es conseguir poner en marcha un proceso de fabricación en serie, lo cual redundaría en lograr que el sistema saliera a la venta "por un precio asequible y comparable al de un audífono o sistema similar", en palabras de los investigadores. Por ello, se está desarrollando "una spin-off específica en el marco de la UPV para este desarrollo, aunque llevará un poco de tiempo. Por ello, también estamos abiertos a la negociación y acuerdos con empresas interesadas en la producción en serie del EYE 21".