16 de mayo de 2020 | Andreu Barnils
El éxito cubano con la covid-19 explicado desde dentro
Cuba es uno de los países del mundo con uno de los sistemas sanitarios más reconocidos, y durante la pandemia de la covid-19 se ha vuelto a demostrar. Las cifras lo avalan: ayer tenía 67 muertos y una proporción de 6 por cada millón de habitantes. Mucho mejor que Portugal (102) y Alemania (81) y ya no hablamos de Suecia (265), los EE. UU. (205) o el Estado español (540 por cada millón). En Cuba 6. La media mundial, 31. Y en España 540. A raíz de su prestigio ya hace años que los cubanos tienen 28.000 médicos en misiones internacionales, y durante la epidemia actual un equipo fue hasta Andorra a colaborar. El Estado español no permitió que una parte llegara al País Valencià y Catalunya, como se había pedido.
Las diferencias ya se ven con los largos y detallados informes médicos publicados por el ministerio cubano. Según el informe de ayer, murió una persona, tienen 2.744 ingresadas en los hospitales y a 6.515 las vigilan desde casa. Estos informes explican, sin dar nombres, caso a caso. Los críticos, los graves y los fallecidos. Todos. Por ejemplo, el fallecido del informe citado se explica así:
«Ha fallecido ciudadano cubano de cincuenta y ocho años, procedente del Centro de Protección Social, del municipio Cotorro. Presentaba antecedentes patológicos personales de alcoholismo, dolencia pulmonar obstructiva crónica. Ingresó porque presentaba diarreas y decaimiento. En el examen físico, se constató marcado deterioro físico y nutricional, presencia de sibilantes en ambos campos pulmonares, estabilidad hemodinámica. Presentó de manera repentina disnea intensa, bradicardia, hipotensión y cianosis. Ha tenido una parada cardiorespiratoria, se han hecho maniobras de reanimación cardiopulmonar que no han estado efectivas. Lamentamos profundamente los hechos y transmitimos a los familiares y amigos nuestras condolencias más sinceras».
Uno por uno, críticos, graves y positivos de covid-19 son explicados en los informes diarios. Inimaginable en nuestra tierra.
«Nosotros somos fuertes en la prevención»
Hace pocos días el ministerio de salud cubano informó de los tres medicamentos que usa en los casos más graves. Son el antirretroviral Kaletra, el Interferon Alfa-2b y la cloroquina. Pero la gran fortaleza del sistema cubano no es la tecnología punta o los recursos. Es la salud pública, la medicina de base y la prevención. Lo explica a VilaWeb la doctora Tania González Vázquez, médica de Atención Primaria en el barrio del Vedado de La Habana y durante veinte años profesora en la Universidad de Ciencias Médicas en la Escuela Latinoamericana. «Nosotros en Cuba somos fuertes en la prevención y con la covid-19 esto nos ha ayudado mucho. Usamos medicamentos monoclonales o incluso homeopatía, unas gotas sublinguales que estimulan el sistema inmunológico y que ya usábamos para el dengue. Hacemos terapia anticipatoria para evitar que los pacientes empeoren, usamos retrovirales, antibióticos y el Interferon Alfa 2B por vía intramuscular. También oseltamivir. Todo esto ayuda a prevenir. Porque parte del éxito es que no esperamos que estén graves. En Cuba no tenemos recursos y con el bloqueo todavía menos. La situación se ha agravado, pero tenemos formación y estamos avezados a trabajar sin recursos. Es la población, por ejemplo, la que ha hecho las mascarillas de tres capas de tela, gruesas. En cambio de guantes a veces vamos escasos».
La doctora González trabaja en la policlínica Corinthia, en La Habana, que cubre a 22.000 personas con 23 consultorios. Ella personalmente atiende 1.033 personas, de las cuales 342 son personas mayores, repartidas en 417 familias: «Hemos dividido las policlínicas en dos zonas: una para enfermos con problemas respiratorios y otra para las otras dolencias. Las dos zonas no se comunican. En la nuestra hemos tenido nueve casos y dos muertos”.
«Quedarme en Cuba ha sido buena idea»
Lena Solà Nogué, nacida en Barcelona, reside en Cuba largas temporadas desde el año 2015 porque trabaja en el estudio del artista plástico Wilfredo Prieto. Hace semanas tuvo que decidir si se quedaba a pasar la pandemia o volvía a Catalunya «Al final decidí de quedarme aquí y creo que ha sido una buena idea», afirma en declaraciones a VilaWeb. «La vivo mucho más relajada que vosotros. Veo que hay un control bastante más afinado aquí y no el descontrol que he visto de los gobiernos europeos. Cuba falla en muchos casos, pero en momentos de crisis o emergencias es un país que da buenos resultados. Lo ves con ciclones o huracanes, con pocos difuntos, y ahora se ha vuelto a ver. Bajo esta apariencia de la ruina, la sanidad funciona. De otro modo, pero funciona. Aquí la gente tiene mucho más conocimiento médico básico que nosotros. La población, en general, está más informada».
Estos son algunos aspectos claves del éxito de la gestión de la covid-19 en la isla.
Confinamiento
«La gente está obligada a estar en casa y si sales por necesidad tienes que ir con mascarilla. Por otra parte hay barrios o edificios aislados. No se puede entrar ni se puede salir y los controla la policía. ¿La gente cumple el confinamiento? Tenemos de todo, porque no se tiene percepción de riesgo. Pasa siempre. Todo el mundo cree que ‘a mí no me tocará'», dice la doctora González. «Encuentro que en Barcelona se hizo muy tarde el confinamiento y aquí realmente con solo cuatro casos ya se empezaron a cerrar cosas», dice Lena Solà. «Pero incluso antes de que lo dijeran las autoridades. Todo el mundo se adelantó. La gente pidió que cerraran las escuelas antes de que lo pidieran las autoridades. Camiones con megáfonos avisan de evitar salidas innecesarias y controlan que todo el mundo lleve mascarilla o vaya en grupo. La mayoría no puede ir a trabajar».
Niños
«Los niños tienen que estar en casa y reciben las clases por televisión. De 8.00 a 9.00 dan clases de un curso, de 9.00 a 10.00 otro y etcétera. Y así pueden seguir las clases. A pesar de que cada vez hay más personas que usan el móvil y que con los datos muy a menudo se accede a internet, es sobre todo la televisión la que funciona. Todo el mundo la sigue. Y los niños, estos días, siguen el curso por la televisión», dice Lena Solà.
Pesquisas
«Vamos a las casas de la gente, porque no todo el mundo tiene móvil o teléfono, y sin entrar los preguntamos si tienen síntomas, malestar, cuántas personas viven, si hay personas mayores o si han estado en contacto con casos confirmados. Casa por casa. Lo hacemos en toda la población. Es mucha gente y para eso se han movilizado estudiantes de enfermería. Pero también la población que ha perdido el trabajo. Yo, por ejemplo, con un trabajador de una empresa de telefónica y un profesor universitario. Los dos me ayudan con las pesquisas. La universidad y la empresa de telefónica les paga el 60% del sueldo, pero trabajan conmigo, no con ellos», dice la doctora.
Centros de aislamiento
«Junto con la atención primaria y los hospitales, existen centros de aislamiento. Algunos son hoteles pequeños o escuelas que se han habilitado. Aquí va gente que no tiene síntomas, pero que sabemos que han estado en contacto con enfermos. O en contacto con personas no infectadas pero que han estado en contacto con casos confirmados. Los aislamos catorce días en celdas de dos personas y les hacemos seguimiento. Si muestran síntomas se van al hospital. Y si no, cuando salen del centro de aislamiento yo les hago seguimiento en su casa», dice la doctora.
Hospitales
«Hemos empezado a usar plasma de pacientes recuperados, se usa con pacientes muy graves y da buenos resultados. Ya lo hacíamos con el ébola» dice la doctora.
Aeropuertos
«A todo el mundo que entraba al país le tomábamos la temperatura y lo ingresábamos catorce días en los centros de aislamiento. Tuviera síntomas o no. Y con vigilancia diaria. Y a los mayores de sesenta años les dábamos estimulador de las células. Cuando les damos el alta a los viajeros les hacemos un seguimiento en su casa», afirma la doctora. «Los cubanos, cuando entran, antes de coger la maleta, tienen que pasar por un control médico, después lo envían a un consultorio. Esto ha pasado siempre, no es de ahora. Cada vez que entraban, antes de recoger las maletas, explicaban donde habían estado», concluye Lena Solà Nogué.