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14 de abril de 2016 | Infoguadiato

Inhibidores de la bomba de protones

MAGDALENA SOFÍA VILLALÓN MIR, FARMACÉUTICA DE ATENCIÓN PRIMARIA DEL ÁREA SANITARIA NORTE DE CÓRDOBA

Inhibidores de la bomba de protones
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son un grupo de medicamentos cuyo consumo ha aumentado de forma exponencial desde su entrada en el mercado. Sin embargo, este incremento no se ha debido a la aparición de nuevas indicaciones. Desde que se descubrieron por el año1977, su función principal es la eliminación de la secreción del ácido gástrico por inhibición específica de la enzima Adenosintrifosfatasa H+/K+ (ATPasa) ya que se une a ella de forma irreversible y en la fase final de la secreción gástrica. Ahí radica su mayor efecto sobre los ANTAGONISTAS H2. Administrando el IBP cada 24 horas, se inhibe el 66% de la secreción acida máxima. Existen dos estrategias para mejorar esta inhibición, bien aumentar la frecuencia (supone aumento inhibición hasta 80%) o bien aumentar la dosis única diaria, que tiene poco efecto por encima de la dosis óptima.
El omeprazol fue el primer IBP comercializado en España en 1989, seguido de lansoprazol y pantoprazol. Luego siguieron esomeprazol y rabeprazol. Estos son los cinco principios activos comercializados de este grupo de medicamentos. Las indicaciones, recogidas en sus fichas técnicas, son la Enfermedad por reflujo gastroesofágico, la Profilaxis y tratamiento de la úlcera por AINE, el Síndrome de Zollinger-Ellison, en el Tratamiento erradicador del Helicobacter pylori y como primera opción terapéutica para el tratamiento de las úlceras gastroduodenales, por delante de alternativas como los antiH2. Normalmente, son medicamentos orales, salvo dos situaciones en las cuales los IBP intravenosos pueden tener un papel importante: hemorragia digestiva alta no varicosa y estenosis gastroduodenal. Y además en aquellos pacientes que, precisando una inhibición de la secreción ácida, no pueden o deben tomar su medicación por vía oral, bien por su situación clínica o por intolerancia digestiva.
El consumo excesivo de estos medicamentos puede deberse a una elevada utilización de AINE a largo plazo, a un envejecimiento de la población o al uso habitual de “protector gástrico”, dándole indicación en afecciones gástricas menores. Según la bibliografía que analiza la prescripción en nuestro medio indicamos su utilización de forma inadecuada al menos en un tercio de los casos, con gran variación interindividual entre los médicos de familia.
Tanto la tolerancia como el rebote presenta una gran variabilidad individual, lo que sugiere la afectación de los mecanismos reguladores de manera diferente por la terapia crónica según los sujetos
Los IBP tienen una estructura y un mecanismo de acción similar, mostrando todos ellos una eficacia y tolerancia equivalente a su formulación oral. Existen numerosos estudios que comparan los IBP entre sí. Las diferencias son tan pequeñas que no justifican la elección de uno con respecto a otro. Las dosis recomendables son: Omeprazol (20mg/24h), Lanzoprazol (15-30 mg/24h), Pantoprazol (40mg/24h), Esomeprazol (20 mg/24h) y Rabeprazol (20mg/24h). Este último medicamento no puede indicarse en la Profilaxis y tratamiento de la úlcera por AINE. La elección debe hacerse por coste‐efectividad: siendo el omeprazol el principio activo de elección.
En general, los IBP se pueden considerar medicamentos seguros. Pero los numerosos estudios realizados evidencian una relación entre el uso continuado de IBP y la aparición de efectos adversos severos. Se podría decir que un tratamiento prolongado con IBP, y a dosis altas, se asocia con un aumento significativo del riesgo de fractura de cadera. También se asocian a un riesgo aumentado de neumonía. Por otro lado, la supresión ácida continuada se asocia a un incremento del riesgo de gastroenteritis bacterianas (es conocido el mecanismo defensivo del ácido gástrico contra los patógenos), se han descrito aumento del riesgo de diarrea por Clostridium difficile y enteritis por Campilobacter y Salmonella. Además, se relaciona el uso de IBP y déficits nutricionales, con una malabsorción de vitamina B12 o con la nefritis intersticial aguda.

El uso indiscriminado de IBP puede, paradójicamente, crear la enfermedad que se trata de paliar. Siempre deben utilizarse con la dosis mínima eficaz durante el menor tiempo posible, reevaluando de manera periódica la necesidad de tratamiento. Aconsejar a los pacientes que requieran IBP durante periodos prolongados (más de 1 año), la necesidad de mantener una adecuada ingesta de calcio y valorar suplementos de calcio y vitamina D adicionales.
 

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