Buenos días, buenas tardes o buenas noches en el momento donde os encontréis y donde estéis, hoy os proponemos adentrarnos en el maravilloso mundo de los germinados, además de conocer algo de nuestra historia acerca de la agricultura, una de las mayores revoluciones en la humanidad, cambiando nuestra alimentación y forma de vida.
Muchos expertos coinciden en que no está muy claro cuando se dio el paso de que el hombre, hace unos 10.000 años, siendo nómada, cazador y recolector pasó a ser sedentario, ganadero y agricultor.
Los seres humanos siempre han comido vegetales. Durante un millón de años o más nuestros antepasados omnívoros recolectaron y comieron una amplia variedad de frutas, hojas y semillas silvestres El hombre primitivo ya tenía grandes conocimientos en las especies comestibles y su ciclo vital, además de la fenología (ciencia que estudia la relación entre los factores climáticos y los ciclos de los seres vivos) que aplicaba también a la ganadería, suceso que ocurrió casi paralelo a los primeros cultivos, además de aprender a almacenar grandes cantidades de alimentos, ayudando a asentarse en los lugares, volviéndose sedentarios, empezando a desarrollarse los primeros pueblos y por tanto las primeras civilizaciones. Así, muchas plantas se convirtieron en cultivos humanos por casualidad, germinando en fértiles montones de desperdicios. Según evidencias arqueológicas los europeos primitivos ya cultivaban trigo, habas, guisantes, nabos, cebollas y rábanos en América, el maíz, las judías, calabazas, tomates y aguacates, poblaciones peruanas dependían de la patata. Estos eran cultivos habituales hace unos 5.000 años, Sumeria y Egipto ya utilizaban casi todas las plantas nativas de la zona que consumimos hoy.
Sin embargo, los primeros agricultores, encontraron más inconvenientes que ventajas, ya que las especies cultivadas eran menos nutritivas que las silvestres, requerían de mucho trabajo que le ocupaba gran parte del día, lo que contribuía a la dependencia de un solo alimento básico con las consecuencias de una dieta desequilibrada y más riesgo de sufrir enfermedades. Si señores, la agricultura no empezó con buen pie, pero con el tiempo fue dando ventajas.
La idea de que las plantas son nuestro alimento original y, por tanto, el único adecuado tiene raíces culturales muy profundas. En la Edad de Oro descrita en las mitologías griegas y romanas, la tierra daba sus frutos gratis, sin necesidad de cultivo, y los humanos solo comían fruta y fruto secos. Y en el Génesis, Adán y Eva pasaron su breve período de inocencia como hortelanos:
“y el Señor plantó un huerto en la parte oriental del Edén y allí puso al hombre que había formado. Y de la tierra hizo Dios brotar todos los árboles que dan placer a la vista y buenos alimentos […] Y el Señor llevó al hombre y lo instaló en el jardín del Edén para que lo cultivasen y guardase”.
Como nosotros la mayoría de las plantas que nos sirven de alimento han llegado a la tierra hace relativamente poco. La vida comenzó hace cuatro mil millones de años, pero las plantas con flore solo existen desde hace unos 200 millones de años, y solo han sido dominantes los últimos 50 millones de años. La mayoría de las plantas no son arboles de vida larga, sino plantas relativamente pequeñas y delicadas que producen sus semillas. Este fenómeno llamado habito herbáceo permite a estas especies de plantas adaptarse a las condiciones cambiantes y a nosotros nos ha venido de maravilla ya que nos permite el cultivo de plantas que maduran en poco tiempo y de las que obtenemos alimentos.
Casi entrando la primavera, ya recolectando los últimos cultivos de la huerta de invierno y preparando todo para la siembra y su recolección de la huerta de verano, es un momento espectacular para, el que no pueda disfrutar de una huerta, hacer germinados en casa. Los germinados es un proceso natural de obtener alimentos. La germinación se produce cuando las semillas tienen agua, oxígeno y el calor suficiente para formar una nueva planta. Con la germinación aumenta el valor nutricional de las plantas. Cualquier semilla de leguminosa o grano de cereal puede ser geminado, pero por su textura y sabor destacamos los más apreciados.
Dentro de sus beneficios:
• Ricos en vitaminas y minerales esenciales para nuestra salud.
• Son digeridos y asimilados fácilmente por el organismo.
• Son fáciles de hacer.
ADVERTENCIA: no se deben germinar para el consumo de brotes, las semillas de las solanáceas (tomate, pimiento, berenjena, patata, tabaco...). Procesan ácido prúsico, una sustancia perjudicial para la salud.
Mise au place:
Legumbres, granos o semillas a elección, que no hayan sido tostadas ni congeladas (lenteja, soya, trigo, amaranto, alfalfa, garbanzo, etc.)
• Un frasco conservero grande.
• 1/2 litro de agua.
• Destinar un espacio cálido y oscuro para la germinación.
Preparación:
1-. Lavar las legumbres, granos o semillas y ponerlas a remojar en un frasco con el 1⁄2 litro de agua. Cubrir el frasco con una gasa, malla o tela delgada.
2-. Dejar el frasco en un lugar oscuro y cálido, de 9 a 12 h. la alfalfa de 12 a 15 h. las lentejas, garbanzos, soja, etc.
3-. Pasado el tiempo, escurrir el agua y enjuagar bien con agua tibia. En el mismo espacio donde se dejó reposar las legumbres, granos o semillas, posicionar el frasco de forma horizontal (inclinado) acomodando los granos a lo largo del frasco, enjuagando 2 a 3 veces los primeros 3 días y luego una vez al día. Mantener las semillas húmedas y bien oxigenadas, de lo contrario, podría crear hongos el exceso de agua y moho la falta de aire.
4-. Al 4to-5to día ya se pueden ver los primero brotes. Cuando los brotes tienen de 2 a 3 centímetros de largo, exponer a la luz solar indirecta por espacio de unas 2 horas para que las hojitas se pongan de color verde (proceso de la clorofila). Esto favorecerá el aumento de vitamina C y que tome un sabor más agradable.
5-. Terminado el proceso de germinación, puedes conservar los brotes refrigerados, bien escurridos y secos. Pueden durar sin problemas alrededor de una semana, se recomienda hacer cantidades frecuentes de germinados. Si se desea, se pueden eliminar las cáscaras (hollejo) de la legumbre antes de comerlo, para eso, colocar dentro de una cubeta con agua y la cáscara flotará. Retirar con un colador.
Y aquí van algunas recomendaciones:
• El tiempo de germinación varía según la temperatura. En climas más calientes y húmedos se debe acortar el tiempo de remojo y enjuagarlos con más frecuencia para mantenerlos frescos. La temperatura aprox. es de 20 grados.
• Las semillas mucilaginosas (mucilago: sustancia orgánica soluble en agua de textura viscosa, semejante a la goma, que tiene la función de retener el agua y participar en el proceso de germinación de las semillas), como la rúcula, la albahaca, la linaza, y los berros, necesitan un sustrato para germinar, ya que la semilla retiene mucha agua y no es posible la germinación de otra manera. Un buen sustrato es la fibra de coco. Aguanta muy bien la humedad y permite que las semillas broten sin necesidad de enterrarlas.
• Evitar colocar simultáneamente más de una clase de semillas, granos o legumbres en un mismo frasco, pueden germinar a distintos tiempos, lo que entorpece los procesos.
• Usar envases de boca ancha medianos y/o grandes. Las semillas aumentan de tamaño y necesitan estar “libres”, con espacio (Frasco 3 veces el tamaño de las semillas, legumbres y/o granos). Puede usar un envase al comienzo y cambiarlo en el proceso.
• Preferir semillas, granos y legumbres orgánicas.
• Existe la posibilidad de que queden semillas, legumbres y granos sin germinar. Revíselos antes de prepararlos y retíralos.
• Los brotes de sésamo se amargan si están en germinación más de dos días, se aconseja consumirlos a más tardar 48 horas después de haber iniciado el remojo.
Espero os animéis, es algo que puede realizar en familia, a los niños les resulta muy divertido e interesante verlos crecer y después comerlos. Nos vemos en el próximo artículo.