2 de abril de 2012 | Pepe Sanchez Rubio
Juanmi, nos dejó
Aquel domingo por la mañana, Domingo de Ramos, me levanté con la idea de coger un buen manojito de espárragos, salí al patio, el cielo estaba encapotado, casi amenazando lluvia, pero así llevábamos tres días y no había llovido ni para regar una maceta. Me paré en el Kiosco de Vicenta a recoger el AS como a diario y cuando me dirigía al coche vi a Mari, dueña del bar Kiosco La Belita.
-Buenos días Pepe, ¿dónde vas? -me preguntó. -Voy al campo a ver si cojo unos espárragos para una tortilla -contesté. -¿No te importa acercarme a la iglesia de San Miguel? -Claro que no. Sube. Arranqué y ya de camino hacia El Cerro salió la conversación más repetida de los últimos días en mi bar y creo que en buena parte de los del pueblo. -Juanmi se puso ayer peor y avisaron a la familia, incluso a su hermano de Barcelona -comento Mari. La noticia era para mi otro jarro de agua fría pero tampoco le di una importancia excesiva porque ya en días anteriores durante los casi cuarenta días que llevaba ingresado en Reina Sofía había tenido varios episodios de recaída para después, al hablar con él notar que había mejorado considerablemente. Mi idea, por lo que me contaban amigos que se habían acercado a verle más mis conversaciones telefónicas, era que estaba mal pero que no sería nada definitivo, sólo le costaría un buen tiempo de descanso en el Hospital.
Llegue al campo y me puse manos a la obra, el campo estaba demasiado seco y los espárragos escasos. Antes de las once de la mañana mi móvil comenzó a sonar y al descolgar sonó la voz de Juan Pajuelo -Juanmi ha muerto.
Colgué y por mi cabeza pasaron en cuestión de minutos decenas de imágenes y momentos vividos en mi bar, en Casas Blancas, en campos de fútbol de otros pueblos donde jugaba nuestro querido Peñarroya C.F., y hasta en el mismo campo donde en ese momento me encontraba y que habíamos echado algún que otro Domingo de Pascua, los ratos buenos y otros no tanto. Seguí deambulando por entre encinas, olivos y arroyos pensando que...
Jamás los espárragos me supieron tan amargos