Todo lo que conlleva el polémico y sempiterno asunto, de sobrepasar los límites de donde empiezan y donde acaban los derechos de cada uno, siempre ha sido un tema delicado a la hora de acercar posturas y no ya , a hacerlas unánimes.
En esta cuestión, tienen mucho o todo que decir, las leyes impuestas para unificar criterios a la hora de dilucidar donde está la línea divisoria de lo que subjetivamente creemos justo y lo que determina la ley que es a la postre, a la que todos debemos ceñirnos.
Con respecto a una de las leyes más controvertidas de los últimos tiempos y a su aún más polémica aplicación, me refiero a la ley anti-tabaco, la cual creíamos establecida y casi definitivamente asentada en la inmensa mayoría de los locales de ocio españoles, debemos pensar que no es tanto así, cuando vemos actitudes en locales de ocio del pueblo vinculadas a una desidia interesada, supongo, por parte de los dueños o de quién corresponda en este caso , a la hora de vigilar el cumplimiento de dicha ley de que los derechos adquiridos en ella , en este caso, de los no fumadores a respirar en una ambiente sano en nuestro tiempo de ocio, sean ignorados o simplemente relegados a quedarse detrás de una irrespirable cortina de humo.