El domingo 5 de septiembre, como preludio de las fiestas, la plaza se convirtió en marisma y corredero. La noche se llenó de mosqueros, polainas y conchas moteadas. Un espectáculo con sabor a campo y a toro: "Equitación Torera".
Dejaron los Buendía el arte sobre el albero. El arte de don Javier se refleja en su hijo. No hay mayor alegría para un padre que su hijo siga sus pasos. Dieron toda una exhibición de trabajos a la garrocha, al paso emocionaron y al galope dejaron todo el aroma de la faena campera.
Más tarde junto con otros jinetes nos deleitaron con una muestra del arte del rejoneo realizando este ejercicio con un carretón de entrenamiento.
Se recordaron grandes figuras del toreo: Álvaro Domecq, Ángel Peralta, Antonio Cañero, Joselito y Belmonte.
También hubo lugar para la Alta Escuela, ejercicios de riendas largas con sus alzadas, corbetas y cabriolas. Junto a los jinetes, la incomparable belleza de la mujer serrana al baile, que una vez más hizo acto de presencia en la plaza de los sueños de aquellos que amamos realmente al toro y al caballo. ¿Hubo alguna vez una combinación más perfecta? Caballo, Pasión, Mujer y Toro. Dijo alguna vez el maestro Dominguín que en la fiesta del toro la mujer jugaba un papel fundamental. ¿Que sería una plaza de toros sin esa belleza?
Para dar más brillo y sentimiento a este espectáculo ecuestre tuvimos la suerte de escuchar la poesía y música de José León y su grupo que llenaron nuestros corazones con acordes flamencos.
Durante toda la noche jinetes y caballos fueron los protagonistas y nos deleitaron con el aire vaquero, jacos camperos transmitiendo en cada tranco, pisando la huella, prontos a las ayudas y avivados por la espuela, meciendo sus mosqueros con compás vibrante como la cuna de los sueños.