13 de agosto de 2020 | Manuel Villegas Ruiz
La juventud española actual, la mejor preparada de nuestra historia ¡ja, ja, ja!
Todos, políticos, periodistas, formadores de opinión, y todos los que pueden, no dejan de bombardearnos con la falacia de que nuestra juventud es la que está mejor preparada de nuestra Historia.
Es uno de los engañabobos con los quieren ocultar la ineficacia de los Planes de Enseñanza que se han elaborado. Desde que se inauguró la Democracia en España ha habido las siguientes Leyes Orgánicas de Educación
- 1980 LOECE, del Estatuto de Centros Escolares (no entró en vigor)
- 1983 LRU, de Reforma Universitaria (actualmente derogada)
- 1985 LODE, del Derecho a la Educación (modificada y en vigor)
- 1990 LOGSE, de Ordenación General del Sistema Educativo (derogada)
- 1995 LOPEG, de Participación, Evaluación y Gobierno de los centros docentes (derogada)
- 2001 LOU, de Universidades
- 2002 LOCFP, de las Calificaciones y de la Formación Profesional
- 2002 LOCE, de Calidad de la Educación (derogada)
- 2006 LOE, de Educación (modificada ampliamente y en vigor)
- 2013 LOMCE, de Mejora de la Calidad Educativa
Aparte de los leyes autonómicas del reino de taifas en el que se ha convertido España.
Como vemos, un totum revolutum, entre promulgadas y en vigor, así como las que no se han llegado a poner en práctica, en las que ha primado más la ideología del partido que las ha confeccionado que el bien y aprovechamiento de los discentes.
Esto se pone de manifiesto en todos los Informes PISA que se han confeccionado desde que se escogió esta modalidad para evaluar los conocimientos de los países que conforman la OCDE. En ellos, se muestra que nuestra Patria está por debajo de la media del resto de las naciones.
Es totalmente lógico, ya que son leyes políticas y no educativas, para cuya confección no se ha tenido en cuenta la opinión de los que verdaderamente saben de enseñanza. No se han consultado a los docentes, a los padres, ni a las asociaciones encargadas de vigilar la bondad de los conocimientos que se han de impartir. En fin, son leyes confeccionadas por políticos desde la poltrona de sus despachos y que desconocen el mundo de la enseñanza.
También tenemos como prueba de su inutilidad, que los alumnos puedan pasar de curso con varias asignaturas pendientes, que licenciados universitarios escriban con faltas de ortografía (hablo con conocimiento de causa), que se otorguen becas con una media de aprobado, y tantas aberraciones que lo único que hacen es desprestigiar nuestro sistema educativo.
Recuerdo tiempos en los que, al hacer el examen de ingreso en un Instituto, suspendían a los muchachos por cometer una falta de ortografía.
También, experiencia propia, viene a mi memoria cuando, después de un examen de Lingüística, el catedrático, al entregarnos los exámenes con las notas, le dijo a un compañero: “Has hecho un examen extraordinario, pero te he tenido que suspender porque has cometido una falta de ortografía”.
El fallo fue que en una palabra con doble c, como dirección, convicción, u otra similar, con los nervios y las prisas de todo examen, había omitido una de las c.
Se ha desterrado de nuestra enseñanza la excelencia, el espíritu de superación, de sacrificio, de emulación, y tantas cosas que llevan a nuestros alumnos a obtener las calificaciones más bajas posibles.
¿Qué han pretendido los políticos al elaborar estas leyes? Muy simple, crear una sociedad carente de conocimientos, adocenada y aborregada que no tenga criterio propio, ni capacidad de crítica, a la que poder manejar con facilidad para obtener sus, en muchos casos, turbios propósitos, sin que los gobernados se puedan oponer a ellos.
¿Cómo van nuestros políticos a premiar los conocimientos, con lo bien que se gobierna un país de analfabetos funcionales?