2 de mayo de 2013 | Francisco J. Cabezas
Conferencia “Por un futuro sin Chernóbil ni Fukushima” dentro de la Semana de Acción Europea
Veintisiete años después de que se produjera el fatal accidente de la central nuclear de Chernóbil las consecuencias de aquella tragedia que podría haberse evitado siguen siendo dramáticas, con unos efectos devastadores para la población de las zonas de Ucrania donde se encuentra la central, y sobre todo para los habitantes de la fronteriza Bielorrusia, hacia donde se expandió la nube tóxica, sembrando estas zonas del Este de Europa de muerte y destrucción.
Con la intención de que seamos conscientes de las consecuencias de este desastre, y de que se tomen las medidas oportunas para que no vuelva a suceder algo parecido, se han venido celebrando a lo largo de nuestro país una serie de conferencias cuyos ponentes vivieron y sufrieron en primera persona la catástrofe, conferencias enmarcadas dentro de la Semana de Acción Europea.
En Fuente Obejuna, la conferencia “Por un futuro sin Chernóbil ni Fukushima” tuvo lugar en el salón de actos del I.E.S. “Lope de Vega” el pasado viernes 26 de Abril, escogido el centro de enseñanza para hacer llegar estos testimonios sobre la tragedia a los más jóvenes, haciéndolos sabedores de lo que ocurrió y concienciándolos de que algo parecido no puede volver a ocurrir nunca más.
Al acto, organizado por la Asociación “Matrioska –Fons Mellaria” con la colaboración del Ayuntamiento, acudieron la presidenta de la asociación antes citada, Pilar Benítez, el presidente de FEDASIB José Antonio Domínguez, la alcaldesa de Fuente Obejuna, Isabel Cabezas, el director del I.E.S. “Lope de Vega”, Teófilo Fernández y la orientadora del mismo, así como alumnos pertenecientes a tres cursos diferentes, profesores, padres de acogida de niños bielorrusos en nuestro municipio a través de la Asociación Matrioska-Fons Mellaria, y demás personas que se acercaron al instituto motivados por su interés por la conferencia.
Las ponentes fueron Zhana Filomenko y Natalia Tereschenko, liquidadoras de primer grado de la catástrofe de Chernóbil, quienes contaron en primera persona sus testimonios vividos que les marcaron sus vidas para siempre.
Zhana Filomenko narró durante su intervención hasta que punto cambio radicalmente su vida el desastre de Chernóbil. Perdió a su madre y a su hermana mayor en los años 90 víctimas del cáncer y a su marido en 1993 a consecuencia de una insuficiencia cardiaca, otra de las principales causas de mortalidad en las zonas afectadas, además de diagnosticar a su hijo mayor discapacidad como consecuencia de la radioactividad.
Pueblos enteros fueron evacuados en unos pocos días y semanas, contó, ayudando al reasentamiento de los poblados de las aldeas alrededor del reactor distrito Narovlya.
Nadie podía imaginar las magnitudes del desastre, afirmó, en todas partes había escasez de bienes.
La única forma de trabajar era uniendo a personas , por lo que funda el Club de Evacuados Malinowka utilizando la base de Gruschewoj, siendo durante años su presidenta y comenzando así la ayuda humanitaria, y la recuperación de los niños de las zonas afectadas enviándolos a otros países de acogida.
Natalia Tereschenko cuidó de las personas que sacrificaron sus vidas afrontando las consecuencias de esta tragedia, recibiendo a las primeras personas que habían sido evacuadas de la ciudad de Prypiat. Llegó a trabajar como directora del laboratorio del hospital de la ciudad hasta 18 horas al día, siendo su principal tarea los exámenes a los liquidadores así como a todos los que ingresaban en la zona prohibida.
Natalia durante su ponencia, contaba que al lado del hospital en que trabajaba había un jardín muy hermoso con unos árboles en cuyas ramas maduraban unos frutos anormalmente grandes, eran mortales, estaba todo completamente contaminado, y en ningún momento habían sido informados de los elevados niveles de radiación que fueron medidos en dicho jardín.
Las gallinas abandonadas ponían cantidades anormales de huevos, y los pollitos que nacían de esos huevos morían nada más nacer a consecuencia de la radiación, todo estaba contaminado, animales, plantas, alimentos, aire, absolutamente todo.
Su estancia en Chernóbil duró doce días más de lo previsto ya que no había otro equipo que pudiera sustituirla tan pronto.
Natalia contaba que en la mano con la que diariamente tocaba los aparatos contaminados contrajo un tumor, viniéndole a continuación otras enfermedades. Se mantuvo con vida gracias a que su marido fue destinado a Vietnám y pudo tomar allí un curso de terapia, por lo que se encuentra eternamente agradecida a sus colegas vietnamitas.
Las ponentes no quisieron terminar sus intervenciones agradeciendo a España su generosidad y solidaridad con estos niños de acogida, y deseando a todos a que cuidaran del bien más preciado que tienen, como es su salud y la salud de sus seres más queridos.