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26 de febrero de 2022 | Miguel A. García

La Noventa de Beethoven

"Más conocido como Astucia, Casa Astucia. Persona astuta, lista, inteligente, culta, cabeza pensante hasta seguro el fin de sus días"

Eduardo García López `Astucia`
Con permiso del último gran clásico y el primer gran romántico que ha dado la historia del pentagrama, me viene perfecta esta conjugación de términos para homenajear y felicitar en su noventa cumpleaños a uno de los referentes hosteleros y culturales de esta última época en nuestro pueblo. Eduardo García López, mi padre. Fanático de Ludwig y con ciertas conexiones en común, incluidas sus famosas sorderas. No oían del todo, pero escuchaban mucho. La novena y los noventa, cumbres para ambos en sus respectivas vidas.
Más conocido como Astucia, Casa Astucia. Persona astuta, lista, inteligente, culta, cabeza pensante hasta seguro el fin de sus días. Colaborador y amigo de este medio de comunicación desde su creación. Y, sobre todo, melómano. Apasionado de la cultura en general y de la música en particular, que después de tantos años ha ofrecido desinteresadamente su saber al pueblo, en numeroso proyectos que ya forman parte de nuestra historia más reciente.
Desde bien pequeño, en la dura universidad tras la barra de un bar, viendo pasar personas con másteres en sabidurías populares, clientes coach en diferentes ramas formativas y amigos en busca de ser escuchados y comprendidos como terapia sanadora,… Criado en saraos flamencos improvisados entre vinos y tapas, de los antepasados más remotos del apellido García, correteando entre guitarras y peteneras, cobijado entre explosiones de la guerra, pero siempre con un lápiz en las manos y una lectura ante sus ojos. Autónomo luchador, trabajador incansable y un enamorado de La Caleta, entre sus pasiones.
De su pasado laboral, dos afirmaciones perennes del cliente fijo: “Es caro, pero bueno”. “Lo que encuentro aquí, no lo encuentro en ningún lugar”. De su otra vida, la cultural, para escribir un libro. Fiel escudero y amigo desde que el gran maestro por excelencia que ha dado Peñarroya, el señor Antonio Rodríguez Cerrato, se cruzara en su camino. Fundador junto a él del posiblemente mejor conjunto coral gestado en nuestra tierra, el gran Real Centro Filarmónico “Rodríguez Cerrato”, denominación originaria que nunca debió enterrar este apellido. Este pueblo conoce la música clásica, la zarzuela, el sacro, lo popular, lo litúrgico, las sinfonías, las sonatas, los cuartetos, la obertura, el preludio y lo tradicional hecho nota a nota solo y exclusivamente gracias al maestro, Sr. Cerrato. No hay que olvidarlo y agradecerlo siempre.
Aunque las aventuras nunca vienen solas, fue dejar criada una coral y crear otro de los grupos más relevantes originado en estos lares, la Orquesta de Pulso y Púa “Rodríguez Cerrato”, el apellido es resucitado si cabe con más fuerza. Ahora con la suma de otra persona más enamorada de su tierra y de la música, Encarnación Valderrábanos, luchadora constante y respetada por todos. La cumbre a nivel plectral había llegado, la excelencia en la púa, en lo orquestal, en las giras, espectáculos. De ahí, posteriormente han salido premios de conservatorio, directores de orquesta, profesores de música, púas de oro en Carnaval, compositores, creadores de eventos, etc. Este trio, que sembró una cosecha de jóvenes con futuro y entusiastas, curiosamente carece de titulación académica, pero rebosa de formación autodidacta pasional entre sus venas.
Después vinieron más grupos, asociaciones, proyectos, festivales, encuentros, conciertos. Llamadas, cartelería, cartas, conversaciones, visitas, charlas con unos, con otros. Cómo olvidar la primera vez que la mismísima Orquesta de Córdoba bajo la dirección del maestro Brouwer pisó el Terrible, recuerdo aún como el manager-gerente le lanzó la idea de diseñar hasta el mismísimo programa a interpretar. La iglesia de Peñarroya fue testigo y protagonista de esa Revoltosa, Boda de Luis Alonso y un largo repertorio del género chico que inundó el templo. El sinfonismo aterrizó en nuestro pueblo.
Noventa años, ochenta y diez como diría Sabina. Hecho de pasta antigua, de las generaciones que levantaron un país, de filosofía minera, de pasado francés, de los que dejaron un lugar mejor para que sea disfrutado. Sin epilogo no hay brindis, cita textual del director García Asensio en boca suya repetida a lo largo de toda su vida y que nos ha ayudado y orientado a muchos. “La música es el mejor alimento para nuestro espíritu”. Felicidades y que cumplas muchos más.
 

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