Ya hace siete años de aquel registro de la Guardia Civil en casa de la excalcadesa de Peñarroya-Pueblonuevo, María Luisa Ruiz y poco se ha esclarecido sobre el caso que se instruyó como consecuencia, supuestamente, de una denuncia del Partido Popular, entonces bajo la satrapía de María Gil, una alcaldesa de infausto recuerdo porque solo supo ser senadora y de las mudas, por si no estuviera ya bastante desprestigiada la Cámara Alta en esta España de vendettas sostenidas. 

Ese mismo 2013, Infoguadiato publicó un artículo que no ha perdido vigencia con los años a propósito del registro domiciliario y posterior detención de Luisa por la Guardia Civil. Uno de sus fragmentos decía como sigue:

La realidad del pueblo sigue siendo comatosa. En estos siete años el padrón municipal ha perdido 1 000 habitantes, casi un diez por ciento de la población en apenas un septenio. La pérdida es tan gráfica, tan desoladora que abruma cuando se pone el foco en el histórico de los dirigentes locales durante los aludidos siete años y se percibe, por encima de la gestión municipal, ese guerrear contra la ideología del enemigo, porque como enemigo se considera a quien solo debiera ser rival político.

La resucitación del caso “Rocket” en este medio la promueve la nominación de la magistrada Guadalupe Domínguez como juez titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Peñarroya-Pueblonuevo. Magistrada suplente en este caso, la octava desde que se iniciara el sumario, todo un signo de que la plaza quema en el estamento judicial y ningún magistrado quiere asentarse en la localidad. 

Aunque el proceso parece haberse desatrancado ligeramente bajo la jurisdicción de los dos últimos magistrados, la complejidad del sumario parece sobrepasar, de entrada, la dedicación que una magistrada suplente que bastante tarea cotidiana tendrá como para sumergirse en el tuétano de un caso que suma más de 15 000 páginas de contenido agrupadas en siete tomos. Solo su mera lectura requeriría de un mes integral para su asimilación.

Ocho jueces y no hay siguiera en el horizonte atisbos de señalamiento de juicio. Sin embargo, como suele ser habitual, el PP, a través de sus brazos armados mediáticos, se ocupa de desenfundar el asunto sistemáticamente, por lo habitual a través del ABC desde su corresponsalía de Córdoba.
Suena cuando menos paradójico, que un partido en descomposición como el Popular, sistémica su corrupción en todas las épocas, en la práctica totalidad de territorios en los que han gobernado, se erija en adalid de la pureza judicial y reivindique, disfrazado de ABC, la resolución de un caso en el que parecen haber condenado previamente a María Luisa Ruiz como culpable de las irregularidades económicas en torno a los fondos Miner recibidos por Peñarroya a partir de 2005.

La exalcaldesa ha preferido guardar silencio cuando Infoguadiato se ha dirigido a ella para que aporte su versión sobre la situación procesal y su dilación, pero se ha remitido a su silencio mantenido durante estos siete años y a su determinación de hablar sobre lo ocurrido solo cuando termine el caso, día que se revela tan incierto como alejado del presente. 

Infoguadiato sigue haciendo suyo aquel otro párrafo en el que significaba que nos avergonzamos de las formas, de los fondos, de los cómos y de los dóndes. Nos seguimos preguntado sobre algunos porqués, nos seguimos sorprendiendo con lo fácil que les resulta a algunos, supuestamente garantes del Estado de Derecho, destruir la reputación, la trayectoria y el equilibrio de alguien que, como Luisa Ruiz, antepuso la querencia hacia su pueblo a cualquier otro corsé.

Sigue impregnando la atmósfera política un humo revanchista de quienes ni supieron perder, ni tampoco parecen saber ganar ni como gestionar su victoria política en beneficio de los ciudadanos. Solo prevalecen las certezas numéricas; a la postre el discurso de los números que nos son manipulables es el único que ejerce de notario fidedigno de los tiempos. Ocho los magistrados en siete años demuestran que ninguno de ellos ha querido enraizarse en Peñarroya, pero lo más doloroso es que 1 000 paisanos tampoco han querido seguir anudados aquí. 

Quizá todos debamos reflexionar hondo sobre esta degradación demográfica que nos empobrece de esencia y de raíces y aunque no recuperemos el esplendor de los tiempos mineros, sepamos mantener una dignidad como pueblo progresista capaz de encarar el futuro con expectativas.