28 de marzo de 2011 | Ludy Mansilla Pérez
TODO UN EJEMPLO DE SUPERACIÓN
Cuando los pensamientos no coinciden con la realidad, cuando la fantasía e imaginación son una mera distorsión de la existencia, cuando tu mente y tu cuerpo no se ponen de acuerdo en lo que desean, la vida se tiñe de oscura y observas como te desplazas a planos irreales que no coinciden con tu verdadera situación, provocando altibajos en tu vivir diario que no dejan nada más que sin sabores en tu conciencia.
En esos momentos, en que no sabes apreciar lo que está bien de lo que está mal, aparece una luz tenue, al principio, que cada vez se va haciendo más clara hasta que se convierte en una bonita esperanza.
Pues allí, en mi querida Granada, encontré yo esa luz que me serviría de guía supuestamente durante dos horas, pero que orientaría mi camino durante muchísimo tiempo más, marcando mi realidad y estableciendo una concordancia entre mente y cuerpo, descargando de mis hombros el peso que no dejaba descansar mi conciencia.
En la puerta del Ayuntamiento de Granada, y ante tan emblemático paisaje, visualizamos la figura que reposa en la cima de este, en ese momento me miró a los ojos y me pregunto:
¿Qué te sugiere la imagen?, puede ser que tus ojos te engañen y solo te dejen ver lo que realmente tu desees.
Un bonito caballo equilibraba sobre varias bolas de bronce, pero había algo extraño, tanto en el jinete, que tenía los ojos vendados, como en la cola del animal, donde se apreciaba una tirantez hacia atrás, o al menos eso era lo único que mis ojos me dejaban de ver.
Fue en ese preciso momento cuando mi guía me iluminó, haciéndome comprender un poco más de la vida y de cómo salir de aquellas nocivas situaciones que el camino me planteaba y no encontraba la impecable manera de continuar.
Me explico que el caballo es solo un símbolo de lo que somos realmente, la cola es el pasado que tira con fuerza hacia atrás, donde se encuentran los recuerdos, tanto los dañinos como los virtuosos y allí aguardan, para centrarnos en ellos, olvidando de esta manera lo que el presente te está ofreciendo en este momento determinado de tu existir.
Los ojos vendados del jinete nos ponen en plena seguridad que el futuro es incierto y por mucho que nos lo planteemos e intentamos imaginarlo la incertidumbre y el desasosiego que aparecen es tan angustioso y evidente que tambalea nuestro presente que es realmente lo que poseemos, de lo que disfrutamos y condicionamos al pensar en lo que pasó y lo que podría pasar.
Vive tu presente, aporta pasión a la vida y sigue a tu corazón. Las cosas más simples son las más extraordinarias, no temas a los retos vuelve a insistir en tus objetivos y proyectos, el secreto es no tener miedo a equivocarnos, atesorar paciencia para encontrar el momento exacto y congratularnos con nuestros logros.
De esta manera fue orientando todos mis pasos y sacándome de la oscuridad, me hizo meditar y reflexionar, preservar lo que era mío, luchar por lo que quería y merecía la pena defender.
Mientras se alejaba de mi lado, su voz en un pequeño susurro dejo caer estas palabras:
“Nunca es tarde, siempre estamos en un nuevo comienzo, sigue adelante, que de todo se sale y verás como la luz aparece en el horizonte”.
Y así fue, como caminando despacio, su imagen fue ocultándose entre la muchedumbre que paseaba por las calles de mi querida Granada.
Al mirar en la lejanía como su imagen desaparecía ante mis ojos, mi pensamiento ordenó a mis labios, los cuales dóciles y respetuosos vocalizaron:
“TODO UN EJEMPLO DE SUPERACIÓN”