Una peculiaridad que tuvo el ferrocarril de Belmez a Córdoba fue la de su estación en esta ciudad. Todas las líneas que llegaban a ella (Manzanares-Córdoba, Córdoba-Sevilla y Córdoba-Málaga) confluían en la que se llamó Estación Central, pero la de Belmez no, lo hacía en la llamada Estación de Cercadilla, a unos cientos de metros de la anterior, en la línea a Sevilla, lo que obligaba a maniobrar a los trenes que desde cualquiera de las otras líneas pretendieran dirigirse hacia la sierra.
El origen de tal particularidad estuvo ya en los primeros proyectos y en las características de este ferrocarril, destinado principalmente al transporte del carbón y por una muy complicada orografía, por lo que se decidió que los trenes llegaran no a Córdoba, sino a Alcolea, donde enlazaban con la línea a Manzanares.
Así sucedía con el proyecto de Francisco Romá de 1854, que basándose en los estudios hechos en 1851 y 1852 por los hermanos Mamby, solicitó la construcción de un ferrocarril de tracción animal que, partiendo del arroyo del Albardado, cuatro kilómetros al sur de Belmez, seguía el curso del Guadiato hasta el arroyo del Castillo, de ahí llegaba al castillo del Vacar, al arroyo Malfavorido y al río Guadalbarbo, siguiendo su cauce hasta la Venta de Alcolea, con una longitud total de 65 kilómetros. Sería dedicado sólo al transporte de mineral, tirando de los vagones las caballerías en las subidas y después, por gravedad, descenderían cargados.
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