16 de abril de 2016 | Germán Castillejo Villajo
Escobar, el general olvidado
LA CONTRAOFENSIVA NACIONAL, COMIENZA UNA SEMANA DESPUÉS, MUY BIEN DIRIGIDAS POR LOS GENERALES MUÑOZ CASTELLANOS, CON BASE EN PEÑARROYA, Y GARCÍA ESCAMEZ, EN FUENTE OBEJUNA
Amigos, hoy quiero traer a estas páginas, la figura de un militar, del que nunca oí hablar en nuestro pueblo, a pesar, de cómo iré brevemente desgranando, tuvo una importancia trascendental. Escribo de memoria, pues he leído muchas veces la biografía de este personaje, y únicamente, tengo algún apunte a mano, al tratarse de fechas concretas.
Empezaré por el principio. Nuestro personaje, el general Antonio Escobar Huerta, era miembro de la Guardia Civil, nacido en 1879, en la ciudad de Ceuta. Tenía el grado de Coronel, cuando la sublevación militar del 18 de Julio de 1936, y estaba destinado en Barcelona capital. Su padre era Comandante de Infantería, pero él decidió ingresar en la Benemérita. En aquellos aciagos primeros días del golpe de estado, y ante el caos que sufre la ciudad, por parte de grupos anarquistas, que asaltan cuarteles del Ejército, para proveerse de armas; incendian iglesias, conventos, asesinando a todos los religiosos, formando barricadas por toda la ciudad; Escobar, tiene un dilema personal, que Dios y él sabrán. Fiel a la República, fiel a sus juramentos al Gobierno legalmente constituido, católico hasta la médula, tiene una hija monja, dos hijos oficiales, y uno de ellos se pasa al lado nacional, falleciendo en la batalla de Belchite; y no obstante los desmanes cometidos contra todos los centros religiosos, su fidelidad republicana es inquebrantable, si bien le hace saber al presidente Azaña, su disconformidad más absoluta, con lo que está pasando en la capital catalana, con los centros religiosos, y el haber permitido armar a la población civil.
En esos días del inicio del conflicto, se echa a la calle, con un grupo de Guardias Civiles, y comienza a neutralizar a los grupos anarquistas; dándose la paradoja, de que cuando subía por la Avda. Vía Layetana, estos grupos, pensaban que Escobar se uniría a ellos, y éste con gran astucia y serenidad, los va deteniendo y desarmando.
Seguidamente se dirige hacia la sede del Parlament de Cataluña, donde el President Companys está reunido con sus colaboradores, y es reclamado al balcón de la plaza, haciéndole saber que la Guardia Civil se encuentra en la misma, con el entonces Coronel Escobar al frente de 4 compañías de la Benemérita. El President Companys, toma aire, y desde el balcón grita: “Viva la República”; “Viva Catalunya”, y “Viva la Guardia Civil”. Se hace un silencio tenso, largo, expectante. El Coronel Escobar, con todos sus guardias civiles debidamente formados militarmente, da un paso al frente, saluda marcialmente y dice: “A sus órdenes, Señor Presidente”. El balcón entero respira. La lealtad de la Guardia Civil y su rápida reacción militar, tanto desarmando a los sublevados, como a radicales anarquistas, evita un baño de sangre en la capital catalana y que no triunfara la insurrección del 18 de julio en Barcelona.
Tengo que decir, que la anarquía que se apoderó de Barcelona, fue total, cosa que afectó profundamente a nuestro personaje, que entre otras cosas, salvó la vida del arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal i Barraquer, a punto de ser fusilado.
En 1937, es nombrado Jefe de Orden Público de Barcelona. Los anarquistas lo tienen en el punto de mira, para asesinarlo; sus subordinados se lo hacen saber a Escobar, pero éste, manifiesta, que con dicho cargo, él tiene que saber el estado de la ciudad; hace llamar a su vehículo oficial, y al salir de su despacho, es ametrallado cobardemente, por uno de estos grupos, que lo hieren, gravemente, y milagrosamente, no quedó en silla de ruedas, debido a las graves heridas sufridas.
Obviando más detalles, para abreviar y no alargar este artículo, decir, que el Presidente Azaña, transforma a la Guardia Civil, en la GNR (Guardia Nacional Republicana), y traslada a Escobar Huerta al Ejército del Centro, al frente de la llamada Columna Escobar, con personal del Ejército y Guardias Civiles de Barcelona, luchando en Madrid, en la Casa de Campo, donde nuevamente cae herido, grave, estando en reposo varios meses. En esa convalecencia, pide permiso para trasladarse a Lourdes; lo que llevó a numerosos comentarios, de sus compañeros de armas, que lo hacía para exiliarse: poco conocían a Escobar Huerta, hombre de misa diaria, y tras su estancia en Francia, volvió nuevamente, a luchar como había venido haciendo a favor de la República.
Daré un salto en su biografía, y nos trasladamos, a su llegada a nuestra población, ya ascendido a general, y como jefe del Ejército de Extremadura, para efectuar la Ofensiva del 5 de Enero de 1939, cuyo frente se abrió en Valsequillo. Esta ofensiva, quizás fue la operación, mejor diseñada y más ambiciosa de toda la guerra civil española, pues nada más y nada menos pretendía cambiar el rumbo de la guerra.
Esta operación, fue denominada “El Plan P”, y fue minuciosamente preparada, por el general Vicente Rojo Lluch, capitán general de Cataluña, y tenía como objetivo, como queda dicho, cambiar el rumbo del conflicto, y evitar, que el general Franco, entrara en Cataluña, pues entendía Rojo, que Franco, no podía permitir que su ejército de Extremadura y Centro, fuera dividido, y tendría que enviar tropas, acantonadas a las puertas de Cataluña, para evitar dicha ofensiva, y así aliviar de la presión bélica a Cataluña. Este bien elaborado plan, se componía de dos brazos: 1º, desembarco de fuerzas republicanas en el puerto de Motril, que tenían como destino Extremadura (a las puertas de Portugal). Estas fuerzas militares, estaban embarcadas, en las cercanías de Almería, al mando del almirante Jefe de la Flota, Miguel Buizá; las tropas se negaban al desembarco, por creer que iban a una muerte segura; el Almirante Buizá en “stambay”, y in extremis, llega la orden del general Miajas, su superior y a la sazón Capitán General de Madrid de suspender el desembarco. La flota republicana se retira hacia Túnez. El 2º brazo, de la ambiciosa ofensiva, era, el ataque que se produciría (y así fue), de fuerzas al mando del General Escobar, y que abarcaría desde Hinojosa del Duque, dirección Llerena, y dividir al ejército del llamado bando nacional. Frustrado el desembarco de Motril, Escobar, cumple fielmente con lo que le han ordenado y se pone en nuestra comarca al mando de unos 90.000 hombres, y por parte del bando nacional, 75.000.(cifras más o menos que confirman, algunos historiadores). Es consciente, de la delicada operación, (frustrado Motril); sus hombres van mal equipados en uniformes y armamento, si bien, lleva, tanques, T-26 rusos (fabricados para la 1ª guerra mundial, pero muy efectivos), y bastante artillería.
La ofensiva, se desencadena en Valsequillo, el día 5 de Enero de 1939; en un frente que llevaba relativamente tranquilo algún tiempo, y durante la 1ª semana, el avance fue arrollador. Las tropas gubernamentales, se hacen con bastantes kms., pero nada que indique que aquella operación sería decisoria.
No entraré en más detalles sobre “la última gran batalla de la guerra civil, ya que el objetivo, es la breve biografía del general Escobar; si bien, tengo que hacer un inciso, y decir que a pesar de los avances gubernamentales en la primera semana de la operación bélica, en la zona, Escobar y sus fuerzas tuvieron, entre otros dos problemas: el terrible invierno con unas temperaturas bajísimas (por este motivo la batalla de Peñarroya, también es conocida por la batalla del barro), y la montaña “Mano de Hierro”, en las inmediaciones de Valsequillo. Esta montaña, estaba defendida por la 122ª División del bando nacional, que resistió duramente, todos los ataques gubernamentales, hasta el mismo día 23 de Enero. Una resistencia numantina, con grandes pérdidas humanas por ambas partes, pero los republicanos, no consiguieron tomar dicha posición, con lo que, si bien avanzaba dirección Extremadura, quedaba una División nacional en retaguardia. He visitado la cota más alta de esta montaña, y 77 años después de haber terminado la contienda, hay trozos de terreno, que no crece ni la jara, debido al fortísimo bombardeo, que ha dejado la tierra estéril.
La ofensiva, comienza a perder fuelle, a partir del día 13-14 del mismo mes, y se da por finalizada el día 4 de Febrero de 1939, quedando ambos bandos, en las mismas posiciones que ocupaban, antes de la ofensiva. Todo un fracaso gubernamental, con gran pérdida de vidas humanas, por ambos bandos contendientes.
Nuestro personaje, Escobar Huerta, es consciente, de que a pesar de tener fuerzas superiores en hombres y armamento, está perdiendo la batalla, y quizás, por su propio agotamiento físico, por primera vez en su vida, “pierde los papeles”, va elevando el tono de sus admoniciones, hasta casi insultar a sus soldados y oficiales, a los que acusa de cobardía, y que el número de evadidos y desertores de las fuerzas a sus órdenes, llegó a alcanzar caracteres de epidemia el algunas unidades en plena campaña.
La contraofensiva nacional, comienza una semana después, muy bien dirigidas por los Generales Muñoz Castellanos, con Base en Peñarroya, y García Escamez, en Fuente Obejuna, pues el general Franco, no confiaba en la eficacia de Queipo de Llano, y envió a la zona a los mencionados generales, que envolvieron a las tropas republicanas, que siempre tuvieron en retaguardia a la ya mencionada 122ª División en Mano de Hierro.
Es imprescindible, haber escrito sobre la batalla de Peñarroya, y saltaré al retroceso de Escobar, que se reúne, en el entonces aeródromo de Los Llanos, en Albacete, con otros militares: Buizá, Matallana….y el propio Presidente de la República, doctor Negrín, y llegan a la evidente conclusión, de con esta última batalla, la República ha quemado su último cartucho, y la guerra se puede dar por perdida.
El 26 de Marzo de 1939, el general Escobar, se rinde, con sus tropas, en Ciudad Real, al General Yagüe; a pesar de que este último quiso proporcionarle la huida de España, existiendo dos versiones al respecto, que Escobar se escapara por Cartagena, cuya base naval, aún estaba en poder de la República, y mandada en aquellas fechas, por D. Joaquin Pérez Salas, ya con el grado de Coronel, y la 2ª versión, era proporcionarle una avioneta, para que se exiliara a Portugal. Nuestro personaje, se niega, ya que repite que lo único que ha hecho es cumplir con su deber y lealtad al gobierno constituido.
Iré abreviando, y decir, que desde Ciudad Real, Escobar es trasladado a Madrid, y desde esta ciudad a Barcelona, a la fortaleza militar del Castillo de Monjuic, donde se procede a formarle consejo de guerra, y condenado a muerte el 8 de Febrero de 1940; siendo ejecutado por un piquete de la Guardia Civil, de paisano, y reconociéndosele únicamente, con el grado de Coronel, ya que El Gobierno del General Franco, no reconoció los ascensos militares( en el ejército de la República) que se produjeron durante los 3 años de guerra civil. Este piquete de fusilamiento, le rindió honores militares, que personalmente pienso que quizás fue debido a decisión personal del Oficial al mando. (Este hecho concreto, no lo he podido constatar). Al ser sacado de su celda, y dirigirse a los fosos de la fortaleza, para su fusilamiento, el General Escobar, con un crucifijo en una de sus manos, solicitó al Oficial del piquete, que le permitiese mandar su propia muerte, cosa a la que se accedió. Nuestro personaje, con voz firme, serena, dirigiéndose a los guardias civiles les dijo: Cuando levante en alto, la mano en la que porto el crucifijo, será la 1ª orden, para que se preparen para disparar, y cuando esa mano, me la lleve al pecho, será la orden de disparar, y así se realizó. Impresionante amigos. Fue enterrado en el enorme cementerio que había y sigue habiendo en la falda de la montaña de Munjuic, de la misma fortaleza.
Seguiré abreviando y decirles, amigos, que a Escobar Huerta, se le conoce por los apodos/y/o/seudónimos: “El General Olvidado”, (que he tomado para pié al presente artículo); “ El muy Católico”, y “el último General de la República”. Ah, dirá alguno de Vds., el último general de la República, esto no cuadra: lo explico, efectivamente, esta denominación se le dio, porque efectivamente fue el último General republicano, que estuvo luchando en territorio, que estaba en poder de las fuerzas sublevadas.
Una vez inaugurado El Valle de los Caídos, su hijo, Antonio Escobar, solicitó al General Franco, que los restos de su padre y hermano, caído en Belchite, fueran trasladados al citado lugar: se permitió el traslado del hijo y hermano, al citado Valle de los Caídos, pero no así, los restos de Escobar.
Ni en Barcelona; Madrid, Ciudad Real, ni en su propia ciudad natal de Ceuta, existe ninguna calle, plaza, monolito, placa, con el nombre de este ejemplar militar.
Cierro este artículo, algo más extenso de lo deseado, para quienes hayan tenido la paciencia de leerlo, y permítanme que lo haga con una frase propia, de quien esto escribe, dedicada a la memoria de este Guardia Civil: “ ¡A sus órdenes mi General!”.