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26 de enero de 2018 | Daniel Solano Sújar

La educación en su trabajo, fue sus señas de identidad

Siempre tuvo esa sonrisa para todos

La educación en su trabajo, fue sus señas de identidad
A cuantas personas hemos conocido con ese semblante, esa gran disposición y ante ellos cualquier petición era todo un espectáculo ver como lo solucionaba, he visto por mi edad en mi pueblo esos grandes oficios y siempre he sido feliz viendo como todas esas personas dignificaban lo que hacían, y como lo hacían, con una entrega y un cariño sensacional, y al final de todo lo pedido y arreglado ,la sonrisa era esa despedida, de verdad algo que nunca se me olvido.

Son muchas las profesiones que había en aquellos años de bonanza, todo lo que llevaba ese imperio minero, y ese ferrocarril nuestro que dejaba esas señas de que nuestro pueblo en esa época dorada, fue muy importante, decir que todo el mundo trabajaba y eso en esos años de esplendor, fueron muy buenos para nuestra comarca, todos esos centros mineros, minas, talleres generales, centrales, eléctricas, hornos de coz, fábrica de brizquetas, fábrica de tejidos, papelera, fundiciones, esas chimeneas funcionando a todo ritmo y bueno, esas escuelas de maestría, colegios, escuela de capataces facultativos de minas, esas maquinillas nuestras, que nos transportaban de un lugar otro y de un pueblo a otro, de verdad algo que nunca olvidaremos.

Ese campo trabajado por todos esos agricultores que se dejaron la vida, todas esas huertas, y todos esos cortijos que tenían esa cantidad de personas trabajando, tiempos pasados pero nunca olvidados, su esfuerzo y su trabajo siempre se lo reconoceremos, de la misma forma que este agradecimiento lo hacemos extenso a todos nuestros mineros y personal de los demás centros de trabajo, sinceramente los que tuvimos la gran suerte de poder vivir aún esa última época ya en clara descendencia hasta la cruel realidad, esta que nos está consumiendo y no vemos el final de este negro túnel y que no deja de salir personas en busca de nuevos horizontes de trabajo, ese terrible éxodo que ya lleva cerca de sesenta años y nadie lo repara, que daño se le está haciendo a este maravillosa comarca nuestra.

Bueno, hoy después de dejar esos apuntes de lo que fue nuestro pueblo y comarca, quisiera agradecer con todo mi cariño, todo ese tiempo que le dedicó a su profesión y como lo hizo, desde muy pequeño, ya estaba tras el mostrador y dentro de ese apartado de la farmacia, controlando y colocando medicamentos, esa cantidad de nombres distintos de tantos fármacos y todos los tuvo siempre muy controlados, él ese amigo de toda la vida ,esa persona cariñosa y servicial para todo el mundo, ese AUXILIAR DE FARMACIA, antiguamente les llamaban: Mancebos, cuanta gran atención siempre cuando alguien una vez pasado por el médico de turno acudía a la farmacia, para con su receta obtener esas medicinas para su toma diaria, él, JUAN ROGELIO RODRIGUEZ MAHEDERO, ya jubilado ,era esa persona atenta, servicial como he dicho y sobre todo muy cariñosa con todas las personas que por ahí pasaban, debo de decir que muchos de estos auxiliares de farmacia, son un claro ejemplo de que si la farmacia va bien, ellos son parte muy importante de este éxito, y en este caso y en otros ,han sido muy claro ese ejemplo, no quiero dejar de pasar el momento de agradecerle a lo largo de la vida belmezana ,de la que nos ha tocado vivir, a todas esas personas que estuvieron ahí, en nuestro pueblo, en esas tareas de atención, los farmacéuticos de las la farmacia de Anegón, Aguilera, la de D.Gabino, la de Velasco, la de José Miguel y Lola, y las actuales, y a esas grandes personas, que con toda su sapiencia estuvieron ahí en sus locales haciendo un Belmez más grande, y como no puede ser de otra forma todos esos mancebos, auxiliares de farmacia, ANTOÑITA NOGALES, MIGUEL MACIAS, MARI,FELIX CARRASCO,VERÓNICA HERNÁNDEZ y algunas más, que siempre estarán en mi recuerdo, a todas ellas y ellos gracias.

Ya termino, diciéndole a este pedazo de belmezano , enamorado de su pueblo y de sus gentes, una persona muy entregada en la historia minera y agricultora de nuestro pueblo, a la que él le gusta estar al día, decirle que siempre fue un verdadero placer el estar junto contigo en esos momentos de trabajo y el cariño que siempre le depositaste a todos los belmezanos entre los que se encontraba mi querida MADRE, y ese tuyo siempre comportamiento con ella. Gracias de todo corazón, gran amigo.

Desde esta ciudad de Madrid, un fortísimo abrazo JUAN ROGELIO, te reitero las gracias por todo lo que nos diste y que fue mucho.
 

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