2 de mayo de 2010 | María Rosa Fernández
Guadiato: Viviendo a oscuras (hoy día 4 a partir de las 18.25 h. sale en el programa de España Directo)
LA PROBLEMÁTICA DE LA ELECTRIFICACIÓN RURAL CON DECLARACIONES DE LA ALCALDESA Y DE PERSONAS AFECTADAS
Lucío Leal vive con su familia en poco más de una hectárea cerca de la N-432, a la altura del municipio de Belmez. Aunque fue camionero, dejó el asfalto para volverse a arraigar al terruño, al trabajo en el campo. Su ilusión era tener una explotación ganadera, que iría poco a poco ampliando, donde sus hijos también tuvieran un porvenir. Pero en la era del apagón analógico, esta familia aún vive a oscuras, porque no dispone de algo tan básico como la electricidad.
Seis largos años de trámites tienen a esta familia al borde de la desesperación, ya que el tren del progreso pasa por delante de sus ojos y no pueden hacer nada para conseguirlo: la luz sigue sin iluminar las noches en el campo. Para mayor indignación, el tendido eléctrico pasa a escasos metros de su casa. Vivir y trabajar sin luz, además de la notable incomodidad para la vida doméstica diaria, les supone una gran traba a la hora de competir con otras explotaciones que sí la tienen, además de no poder adaptarse a la norma europea.
Lucío cuenta cómo en su día a día se las tiene que ingeniar para sacar adelante sus animales sin el anhelado invento de Edison. Por ejemplo, no puede disponer de una incubadora para las gallinas que esté con la temperatura adecuada. «He inventado comederos para las gallinas, así como para los borregos, ideas que ya las usaba mi abuela para sobrevivir en el campo y sin las cuales no podríamos seguir adelante».
Los borregos, que se alimentan mucho más y mejor con luz, tienen que estar hasta las dos o tres de la madrugada con la tenue luz artificial que les brinda un motor que encienden al anochecer.
En invierno llegan a gastar una media de 25 euros al día en suministro eléctrico, además del gasto de gas para el frigorífico y el termo del agua caliente. «Todo se hace mucho más lento y trabajoso, si contara las horas que le hecho a este trabajo no compensaría en absoluto, pero tal y como está el panorama con la crisis, aquí por lo menos vivimos honradamente de nuestro esfuerzo», se lamenta.
Su queja se dirige contra las instituciones, que «se están riendo de nosotros y no podemos hacer nada». «Tan sólo la alcaldesa de Belmez ha puesto algo de su parte y está de nuestro lado», añade.
Lavando a mano
Remedios, su esposa, comenta la dificultad que encuentra para realizar cualquier actividad normal, por nimia que sea, como, por ejemplo, lavar la ropa, que debe de hacerlo a mano en un lavadero improvisado, «porque si no lo hago así, tengo que ir al pueblo a lavar», se queja. _
El pequeño nieto de Lucío y Remedios, de tan sólo 15 días de vida, duerme plácidamente al arrullo de los pájaros en una tarde soleada de primavera, ajeno a lo que sucede a su alrededor. Su abuela Remedios se pregunta si podrá ver algún día los dibujos animados en una tele en el campo.
Después de 6 años esperando la luz, la cosa pinta mal. Lucío y Remedios van a seguir luchando por paliar una situación injusta. «Estamos asistiendo a la muerte del campo. Parece como si quisieran acabar con nosotros», sentencia Lucío mirando con pesadumbre los postes eléctricos. Así pasa los días: esperando una solución para una comarca donde el desarrollo es fundamental para mirar al futuro con esperanza.