A veces, los acontecimientos que se suceden en este país dan, cuanto menos, la sensación de que España es diferente, ya lo dijo Fraga allá por los años 60.

Cuando la controversia es más flagrante, cuando el estado es más inestable y cuando la política es más endeble nos sale un Pegasus por el móvil que nos hace dudar de nosotros mismos, ya no se sabe quién espía a quien. De nuestra relativamente joven democracia tenemos ejemplos para todos los gustos, Felipe González con el Gal, Aznar buscando armas de destrucción masiva, el rey emérito con sus amiguitas y Casado a un hermano travieso de Ayuso.

Moncloa esquiva hablar de Marruecos como autor del espionaje con Pegasus. Tal vez, cuando algún espía a la española esté jubilado y escriba sus memorias sabremos la verdad de este curioso asunto.

Aquí somos mucho de mitos, pero quizá en el vecino Marruecos nos ganan o aprenden de nosotros y nos superan. La leyenda de Pegaso pudo haber influido en la formación de la figura de Buraq de la tradición islámica y en la tradición del espionaje pudo haber influido en la guerra “fría” y comercial que el país vecino se trae con nosotros desde hace tiempo.

No necesitamos que nos espíen desde fuera, desde dentro tenemos para dar y regalar.

Me remito a nuestro filósofo Fernando Sabater que reflexionó: “El espionaje es una humillación para los niños y para la libertad de los ciudadanos” refiriéndose al lamentable descubrimiento de espionaje en colegios catalanes para descubrir si en los recreos de algunas escuelas los niños hablaban catalán o castellano.

No se le escapó al filósofo que Pedro Sánchez comentó durante el debate de investidura que quería “transformar España en el mejor país del mundo para la vida de un niño” … Y es que la filosofía da fe, no necesita recurrir a mitos.

No debemos olvidar que Pegasus o Pegaso surgió de la sangre de Medusa degollada, metáfora del espanto y de cómo es posible salvarse de este mediante el arte. Como una mujer ultrajada -como un político a punto de serlo- se convierte en algo monstruoso. Ahí lo dejo y el que venga detrás que arree.

Por cierto, debo añadir que Putin no utiliza jamás teléfono móvil.