20 de abril de 2023 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Un reencuentro inolvidable: Una sobremesa llena de recuerdos con una profesora centenaria y amigos de juventud
Amistad que trasciende el tiempo: "Una emotiva jornada junto a Doña Felisa y antiguos compañeros"
Tras muchas vueltas y revueltas, como corresponde a los intereses de más de uno, finalmente ayer tuvimos ocasión de compartir sobremesa con Doña Felisa.
Muy temprano recogí a Montoro en la Estación de Santa Justa.
Como andaba paseando, y mirando escaparates, no advertí que acababa de llegar el tren, y fue el amigo quien me reconoció y vino hacia mí.
Puesto que habíamos quedado con Charo a las doce, se me ocurrió que daba tiempo a enseñarle los pinares de La Puebla del Río, y nos fuimos a pasear por allí.
Amén de excelente conversador mi acompañante es un apasionado biólogo.
A la vuelta entramos en Coria para comprar un ramo de flores, y mientras la florista lo hacía fuimos a tomar café.
Pedimos al camarero que nos hiciera unas fotos, y le contamos la historia de la cita que teníamos concertada con nuestra centenaria profesora.
El buen hombre llamó a sus compañeros para que vieran "el caso único" de una buena causa, y de una amistad capaz de resistir el corrosivo paso de los años.
Cuando pasábamos con el coche por delante de la cafetería los empleados del bar nos saludaban a voces, como viejos conocidos.
Comimos con Doña Felisa, y con sus sobrinas Felisita, y Charo.
Durante cuatro o cinco horas hablamos de todo: de conocidos del pueblo, de vivencias, de temas de actualidad...
Lo dejamos a las cinco y cuarto porque Montoro cogía a las seis el tren para Córdoba.
Nos tuvimos que dar prisa, pues había mucho tráfico, y la ciudad está en feria; pero en tan corto trayecto había que ver la cara de satisfacción de mi amigo, que se había dado un baño de recuerdos y buen rollo.
Yo creo que en ese espacio de tiempo volvimos a pasear por el Llano, como solíamos hacer - un paseo virtual, se entiende...- en la grata compañía de todos los amigos y condiscípulos de aquella dorada edad.
Precioso día con nuestra memoriosa, vital, y siempre joven profesora.
Gracias una vez más a la vida, que nunca acaba de sorprendernos.