4 de noviembre de 2022 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Una broma familiar
“No podemos unirnos con la pudredumbre…” (Luis Araquistáin)
Una constante temática en la obra del siciliano Luigi Pirandello, según se advierte en su producción dramática y novelística, es la del individuo perdido en medio de un mundo gris, absurdo y contradictorio:
─ "Desde que en el pueblo el bando clerical había sido abatido y el partido nuevo, de los excomulgados, había invadido los asientos del ayuntamiento, Spatolino se sentía como en medio de un campo enemigo.
Todos sus compañeros de trabajo, como ovejas, habían seguido a los nuevos cabecillas y ahora mandaban, unidos en corporación.
(...) Pero la lucha era impar y las befas de los enemigos ( y también de los amigos) y la rabia de la impotencia habían hecho que Spatolino perdiera la razón".
Como apunta el escritor vivimos en tierra hostil, “in partibus infidelium”, como correspondería a un obispo cuya diócesis se emplaza “en tierra de infieles”; como tropilla de niños lanzados a una Cruzada por designio de un santón, que en modo alguno atiende los criterios y necesidades de los chicos.
Entre vacuna y vacuna, asomados a la pantalla del televisor, somos las más de las veces la parte invitada de un descolorido “jalogüín”, de los chismorreos de “Sálvame”, o de un sacrificio pascual en que el invitado es un cordero que el entrevistador despelleja a pellizcos.
“Se ha escrito un crimen”, y para que nadie sepa lo que pensamos, y para que Hacienda no vigile la poca intimidad que nos queda, colocamos la mano sobre los labios a manera de silencioso "altavoz"; y así lo que antaño habría sido una evidente falta de respeto hogaño se convirtió en una manifestación deportiva de hondo calado.
Quien es payo presume de ser gitano, "gitano de temporá" que diría Raimundo Amador; quien un redomado facha resultó ser un furibundo antifranquista; y quien agresor de mujeres, se declaró feminista radical, de los de lanzamiento de latas de tomates triturados sobre el rictus de “La Gioconda”; incluso el hombre apacible se transformó en asesino al volante de su coche, o ante la visión del “trencilla” que le pitó un penalti a su niño.
Ahora resulta que quien se jactaba de pertenecer al FRAP, declara ante el juez que tan solo fue una broma, "una broma familiar”; y que no quiere que por correr detrás de “los grises” la marquesa de “Casa Fuerte” le dé el título de asesino.
Y es que no todo consiste en presumir de progresía, o en autodenominarse “motor de progreso”, si no hay un deseo firme de mover anclas, y confrontar ideas con el vecino:
─ “Suele verse la vida/ Como un tren que pasa/ O que viaja.
Pero muy pocas veces/ Uno se considera el raíl”.
Si el diablo viste de Prada, quién demonios va a saber lo que las apariencias esconden, a no ser que nos lleguen sus emanaciones sulfurosas a las pituitarias; quién va a conocer a quién, si se nos oculta el dato que contrasta las diferencias que hay entre el FRAP, el frac, el Rap, y la espuma de café frappé...
En ese punto nuestros gobernantes se metamorfosean a sus anchas, como dioses del Olimpo, y a menudo se presentan como filósofos, legisladores, doctores, economistas, consultores sanitarios, o asesores industriales…; y en todo instante aparecen como moscas cojoneras, sociedades filantrópicas, o caciques de toda clase de chiringuitos…
Se olvidaron de lo esencial: de la promesa que hicieron de servir al pueblo, de ser formales y honrados, y de dedicarse a su trabajo sin tacha.
Se olvidaron de ser gestores; de mejorar la vida del ciudadano; de educarse, y educar; de regular con buen pulso las relaciones entre grupos, e individuos…
Pero interesados que estaban en fomentar la confrontación, la mentira y el despiste se convirtieron en señas de identidad, y en emblemas de partido, como anotara en su día el disidente Víctor Kravchenko, en las páginas del libro “Yo escogí la libertad”:
─ “Como siempre la recua de rocines del Partido rumiaba sus palabras en interminables cónclaves populares y del Partido. La Prensa y la radio las citaron y aplaudieron horas enteras”.
Me pregunto si semejante desmadre en la programación y en los objetivos, no afectará a algunos de ellos con el síndrome de Manos Limpias; si se acordarán de pasar el examen de idoneidad con su perrita; si se multarán ellos mismos; si les llegará la paguita para proporcionar a su mascota los suficientes cuidados y mimos; si les cubrirá el seguro de responsabilidad civil, o si preferirán “sostenella y no enmendalla”, como el Tenorio de los ERES:
─ “Por donde quiera que fui, / la razón atropellé,
la virtud escarnecí, / a la justicia burlé, (…)
y en todas partes dejé/ memoria amarga de mí.
***
Posiblemente recuerde, querido lector, la esplendorosa tarde de septiembre en que el diestro Manuel Benítez se echó a suertes con el famoso Minotauro ─ que "más cornadas da el hambre"─, obteniendo un memorable triunfo en la Plaza de Toros de Belmez.
Allí en el campo de la verdad, entre el astado y las tablas, y a milésimas de segundo de la muerte, las manos de un espectador le alzaron en vilo hacía el reino de la luz, sacándole victorioso de tan tenebroso laberinto.
Hay bromas trágicas que provocan un principio de úlcera gástrica; bromas cómicas e hilarantes, como “La empanadilla de Móstoles”; actuaciones circenses, como el salto de la rana; o bromas pesadas, como las del Padrecito Estado, que a diario sufren los atribulados contribuyentes.
Pero las bromas de familia no son demasiado frecuentes, y habría que fomentarlas: contratar a un cómico de renombre, o sacar a Santa Bárbara en procesión, o hacer una novena a San Judas, para que se nos ponga una cara de risa, que ayude a superar el desastre en que estos nos han metido:
─ “¿Cretinos dictadorzuelos de comités políticos y sindicales y de otros catipunanes a sombra de tejado y a filo de sellito? A otro con ese hueso.
De todo eso hay que limpiar los establos de Augias de los partidos y organizaciones sindicales de España.
Aparte de otros motivos la derrota nos ha venido por la descomposición moral sin precedentes de los mandos republicanos. No podemos unirnos con la pudredumbre. En todo caso no cabe más unión que la del bisturí con el tumor, la de la escoba con la basura, la del fuego con la escoria. Sólo así, tras una depuración implacable, será posible que resurja la España republicana".
Son palabras de un teórico socialista, seguidor de Largo Caballero, que desde la tribuna de su libro “Sobre la guerra civil y en la emigración” nos dejó una conclusión:
─ “Comunismo y fascismo son hermanos siameses. Nacieron juntos y deben de morir juntos si ha de haber paz duradera en la tierra”.