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10 de junio de 2021 | .Joaquín Rayego Gutiérrez

La España vaciada

─ "Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes ya desmoronados / de la carrera de la edad cansados/ por quien caduca ya su valentía"

La España vaciada
En estos días tengo en mis manos el Romancero popular que en su día recogieron mis alumnos de Constantina y que, tras años de incompetente dejación, aún duerme el sueño de los justos.
Para que luego hablen a moco tendido del apoyo al profesorado, y de la labor de los Ministerios, de las Consejerías, y demás asesores y allegados. Que aquí el que no corre, vuela; y canciones de la Piquer ya las vimos impresas los compañeros del I.E.S. “Tartesso”, de Camas, trocadas en Flor de Romances Nuevos ─ para pasmo de D. Antonio Burgos, que comentó en “ABC” la indigencia de la enseñanza─, publicadas por la Diputación, más que al servicio de la comunidad al interés personal de un político.
Allí los romances de Rimoro, de Filomena y Blancaflor, de los crímenes de La Granja, y de D. Benito, de La Catalina, y de " una chica muy guapa/ llamada Adela"…
Allí, reunidos en una carpeta, romances de violaciones, de incestos, de niños mutilados por sus padres, de esposas soldados, de mujeres sufridoras que perdieron a sus maridos en la guerra, de " los moros cabileños", etc…

─ “Estando un día trabajando/ con los moros cabileños
Le dijeron a Jiménez/ que hiciera un hoyo en el suelo…”

Canciones para tiempos de guerra, como la del Barranco del Lobo, la de los insurrectos de la Manigua, o la de heroicos soldaditos que perdieron sus vidas en defensa de su país:

─ “A cien soldados nuestros/ con un teniente de Nueva York
Les salieron al encuentro/ los insurrectos, ¡Ay, qué dolor!”

Literatura de una España desgraciada como moco de niño, como pedigüeño indolente , y hambriento, de los cuadros de Murillo.
España saqueada, y vacía, como cráneo expuesto al sol, como fúnebre iconografía de las pinturas negras de Goya, Ribera, o Valdés Leal, que aventuran un futuro terrible.
La España expoliada de los ejércitos de Napoleón; de “partidas” de bandidos, al estilo de D. Juan March; de desamortizadores, e ilustrados del timo de la manteca; de clérigos que arramblaron hasta con Dios, y la Virgen; de anticuarios, y chamarileros; de los vende─ patrias en cómodos plazos.
La España vilipendiada por gente de su propia sangre ─que “con el aretín, que con el aretón”─ en las mesas de juego de una única ideología: la del avaro, y prestamista a elevados intereses.

─ “Salí de la casa de juego/ cansadito de perder…”

La España de los informes de Joaquín Costa, de Ortega y Gasset, de Ramón y Cajal, de Unamuno, del doctor Federico Rubio, y de los ateneístas madrileño, acerca de la "Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España. Urgencia y modo de cambiarlo".
Que si por estos caciques fuera poco, o nada, habría cambiado, como hace poco insinuaba la filósofa valenciana Adela Cortina cuando decía que, por miedo a la pandemia, la gente se encierra en casa; y gracias a ello nuestros políticos hacen lo que les viene en ganas; y lo único que ofrecen es una democracia más secuestrada que el rapto de las sabinas...
Los mismos perros con distintos collares; los mismos remedos de actores de quinta fila, que ni gustan, ni encandilan, ni convencen como en su día lo hicieran los versos de Campoamor, o los folletines de Rafael Sabatini: el Consejero Sin Voz, y la Niña de San Ildefonso, que Canta el Gordo de Navidad entre farragosas sartas de mentiras ─ la de que iba a bajar un 40% el precio de la luz es una de aquellas miles─ ; el Estadístico Cualificado; el Asesor; el Conseguidor; el Mediocre de Brazos Cruzados, y la Bien Pagá , fieles en todo punto a la letra de la canción, y al impulso visceral de tirarse los trastos a la cabeza, y de batirse “de boquillas” por un carguito...
Me pregunto quién sería el optimista que acuñó aquellos versos cuya simbólica rebeldía devendría para algunos en apatía y frustración:

─ “Ya está el trigal maduro/ para la siega
Ya tenemos las hoces / en la vereda.
Se acabaron los tiempos/ de Dictadura
Y ya estamos dispuestos/ a la ruptura.
¡Que vengan, sí, sí, sí, sí/ que vengan pronto a Madrid!”

Aquel agonista abogaba por el regreso a Madrid de dos destacados asesinos, con tatuajes tales que nunca se hizo con ellos justicia, ni quien tal cosa pensó. Bien es verdad que, por entonces nada se sabía de “Con la piel de cordero”, el libro de Josele Sánchez que ahora no se atrevieron a prohibir, como ya hicieran con las memorias de Lister, las de Aleksandr Solzhenitsyn, y otras tales, vitales para quienes apuesten por una memoria histórica sin trampa, ni cartón.
Hoy, en Madrid, la que corta el bacalao, pese a quien pese, es Isabel Ayuso, que más que vencer por los votos, supo nadar contra corriente contra Tezanos, y otros espíritus agradecidos:

─ “¡Felicísimo país el nuestro, en donde la casaca ministerial, la toga o el blasón no delinquen jamás!”

La cita es de D. Santiago Ramón y Cajal, cuyo nombre pretenden ahora borrar de un plumazo de uno de los más prestigiosos premios de investigación.
Y en esta panorámica de ir siempre a favor de “lo políticamente correcto”, y de los cantos de sirena ya me dirá usted qué hacemos con el bueno de Ulises; y a quién proclamar como héroe de esta dolorosa tragedia del País de Nunca Más.
Para mí que no son otros que los que lidiaron con la situación: policías, sanitarios, transportistas, vendedores, etc…; pero sobre todo los más indefensos: los que embutidos en una bolsa de la basura se arrimaron “de verdad” al morlaco del Covid, sabiendo de su peligro, y ante la nefasta, e infantil incompetencia de los señores políticos ─sentados en su trona, con su vasito de leche, y cobrando pluses al por mayor─; y, en no pocas ocasiones, hasta con la incomprensión de los propios afectados.

─ “Los médicos encargados de la vacunación a domicilio en el distrito de La Latina, han comunicado al alcalde que al ir el martes a practicar su cometido en la calle del Águila, fueron atacados por una turba que les agredió obligándoles a retirarse”.

Esta cita que subscribió hace ya más de un siglo la gallega Dª Emilia Pardo Bazán en uno de sus artículos, es más verdad que la vida, por más campanas de gloria que suene en la hermandad de las terrazas, y los balcones.
En ese mismo artículo se apuntaba también la gran mortalidad infantil, la necesidad de una buena higiene, y la de habilitar Consultorios de niños de pecho.
En eso sí que España cambió, y no porque lo digan Paracelso, ni Dioscórideses, ni los defensores de la salud pública: es que resulta muy difícil que hoy en día mueran niños “a pre─ término” de seis, o de siete meses, gracias a la disposición, a la sabiduría, y al buen hacer de los Pediatras, con cuya especialidad parece ser que intentan acabar, sustituyendo a los médicos por enfermeros, como ya hacen los ingleses.
Con torpes e injustos conflictos, como las pruebas del M.I.R.; sin estabilidad en sus puestos de trabajo, con falsas promesas, y con recortes salariales─ " los médicos andaluces están entre los peor pagados", y en el furgón de cola europeo, según apuntan los sindicatos─, no pensará el señorito que la gente trabaja para que la exploten, o por amor a los porrazos, y a los insultos. ¡Ni que fueran masoquistas!
Como Francisco Rivera “Paquirri”, en los momentos finales, los médicos ya dieron su propio diagnóstico, y aconsejado al cirujano cómo habría que cerrar la herida. Tout a l´heure. Tan sólo una decisión les queda: la de permanecer más unidos que nunca, y la de echarse a la calle en defensa de sus intereses, como hace todo el mundo. ¿O es que los médicos no comen, y que todo había de ser regalías para golpistas y políticos, que acuden a la miel a miles, sin más mérito que su ambición de poder?
Y para terminar, y no perdernos en tantas disquisiciones, un trago de quitapesares, y unas gotitas de árnica para alivio de males, en un país donde hasta la filosofía, y la ciencia, se venden al mejor postor; y donde el progreso es una vieja historia de desgracias, y romances de ciego, que no animan a brindar entre viejos conocidos. ¡Mucha fuerza! ¡Salud…!
 

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