3 de abril de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez
La Vera Cruz, poema de Isaac Prieto
Mi amigo Isaac es una de esas personalidades extrovertidas, amenas y eruditas a la vez, capaces de conectar con esa corriente de cordialidad popular que nos atrapa en un guiño:
Yo tengo en mi belén, mi nacimiento vivo, / formado de recuerdos y sonrisas/
que me fueron dejando/ hombres que son felices/ sin nada más saber que la palabra amigo.
Lo podréis ver callejeando por Triana con su carrito de la compra, calibrando la frescura de un pescado de ojos saltones y rojas agallas con el que impresionar a Lucrecia; e imaginarlo con su jubón de juglar, endulzándose la vida con tiernos romances, alegres cantares y desenfadadas letrillas. O bien deambulando por las gradas de la catedral, en animada conversación con los Lobo, Guerrero, Cotes, Juan del Encina... con el hábito adusto de uno de aquellos maestros de capilla que echaron al viento todo un caudal de armonía.
Conjunción de notas grave y agudas - como escribió Cicerón en el libro X de susDiálogos- la armonía es el escenario donde compiten la luna y el sol, donde comulgan la noche y el día.
Y en ese contraste de matices se mueve también la poesía de Isaac, animada por el ropaje informal del verso libre, del versículo y de la silva.
Filosofía del amor que anima su corazón de poeta. Preocupación filantrópica y social que no es la expresión tronante del "Dios de la venganza", castigo de réprobos, y martillo de Jerusalén, antes bien el cálido verbo que quisiera extender los beneficios de "aquella noche" en que "hubo paz y gozo grande/ Que las fieras se amansaron/ Con las canciones del aire".
( "Prólogo" de Joaquín Rayego a Isaac Prieto Caballero. Postales de Navidad. Edición de "Gallo de Vidrio", Sevilla, 2013)
( Óleo de José Jiménez Aranda. Foto: Isaac Prieto. Mi agradecimiento a Isaac por permitir que os envíe esa pequeña joya, y por esa manera de sentir, tan suya y tan de verdad... )
La Vera Cruz
Sin Domingo los mapas están tristes
I
Era un tronco a serrar para tarugo,
manchado de otras sangres y otras vidas,
del montón que guardaban prevenidas
las brigadas, oficio de verdugo.
De espino pudo ser que ni pa yugo
ni tiene otras virtudes bendecidas.
Ni de cedro o ciprés, de merecidas
alabanzas por nervio, pasta o jugo.
Que de carey no fue. Ni repujada.
Ni tratada por mano cariñosa
que la forjara hermosa a la mirada,
Que nadie la pensó postal piadosa,
Que fue certeramente diseñada
lugar de muerte cruel y deshonrosa.
II
Que la cruz no es un juego de pasiones
ni es un quita y un pon de sentimientos.
Ni aligeran su peso los lamentos,
ni se evita su horror con oraciones.
La cruz es el momento, las razones,
las cuitas, la impotencia, los tormentos.
La burla, la condena, sufrimientos,
insultos, mofas, befas y agresiones.
En la cruz el dolor se cristaliza.
El ya no puedo más. Aquí he llegado.
Esa herida ya nunca cicatriza.
Le han cosido al madero. Le han clavado.
Rematando esta muerte que horroriza
abrirán una fuente en su costado.