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15 de febrero de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Aflorismos. Carlos Castilla del Pino

Petunias, Fantin Latour
Acabo de leer un libro póstumo del psiquiatra Carlos Castilla del Pino (San Roque, 1922- Castro del Río, 2009). Para su autorelaflorismo es el efecto de aflorar, “algo que se me ocurrió, surgió o me apareció de manera más o menos inesperada”.
Y aunque apenas si encontrases algo "nuevo" en él, te complacería saber que "la vida es nuestra única terapeuta".
El peregrino que transita las últimas curvas del camino tiene la extraña impresión de que el ejercicio mental nos ayuda a recuperar la forma y nos pone en situación de ser el individuo que éramos: un mirlo blanco, alegre, soñador, sensible, y totalmente prescindible para la buena marcha del negocio.
Tanto que se llega uno a preguntar si el trabajo que desarrolló fue una parte de su piel, una justificación de vida, o tan solo un medio para medrar y procurarse el pan de los suyos.
Rotas ya las anteojeras de la envidia, de la soberbia, y de la competitividad, el peregrino es consciente de aquella prolongada ceguera que le consumió, y que le impidió disfrutar de lo que tenía alrededor; de ver que el mundo está bien hecho - aunque también lo dijese Pedro Salinas en sus versos-, y que "la inmensa mayoría" es una “pasada" con suave aroma de melocotón.
─“Soy Naturaleza – se decía─;un cofre de nogal repleto de contradicciones y virtudes. No más que un humilde pensamiento, pero no menos que una flor. Quizás perdiera mi tiempo en no hablar pensando que nada se resolvería ─ que "quien da pan a perro ajeno...", me dijeron─, y vi que la soledad es el último estadio de la locura, que sería conveniente "recordarme" en los demás; aunque ello implique un exceso o tener que pedir perdón. Que nadie es perfecto, y en cada individuo hay dos, que decía Edgar Neville:
─Cuando llegó el primer día de juicio se presentó el abogado con un serrucho bajo la toga, y con limpieza cortó a su cliente a la mitad, de arriba abajo. (…) La parte buena es la izquierda, le dijo. Y disimulando la herida, con la toga, lo llevó a la sala.
Y fue así como el astuto abogado defendió a la parte buena que presentaba su defendido, pronunciando "apasionados discursos ensalzando las virtudes del acusado y la poca importancia de la víctima".
Que, como enseña la experiencia, tras la magia de unos ojos hay una buena capa de rímel.
La de artimañas que usan los tipos ingeniosos, los abogados y los grandes maquilladores.
Estas lecciones de vida ─ estas simbólicas “flores”, que dirían los andaluces─ están impresas en el libro Aflorismos. Pensamientos póstumos, Editorial Tusquets, Barcelona, 2011.

─Pese al riesgo, es preferible confiar; con que alguna vez se tenga suerte, valió la pena. Además, para nuestro consuelo, uno se salva siempre, aunque pierda. Pierde el que engaña.
─Saber interesarte: así lo pasas bien. El mundo es inacabable.─
─Vive de tal forma que cuando llegue la hora de la muerte sientas pena por dejar esta vida.
─La conformidad con uno mismo; ése es el respeto que uno se debe.
─No importa odiar, siempre que se sepa cómo. Sobre todo, que no se nos indigeste el odiado: sería su última manera de dañarnos.
─¿Se puede morir antes de haber muerto? Sí; eso es la derrota.
─La vida es biología y biografía. A veces se perturba la biología, otras la biografía; en ocasiones, las dos; mala cosa.
─Uno sobrevive sólo en el recuerdo de los demás. Cuando éstos desaparecen, uno ha desaparecido también. No hay inmortalidad: hay memoria.
─Vivir es una cosa: más o menos, vegetar. Estar vivo es participar.
─La tristeza se combate sólo desde uno mismo, a sabiendas de que nunca se ha acabado de ser y, por tanto, de vivir.
─La vida, nuestra única terapeuta.
─Se necesita al otro, es decir, de lo público y lo privado. No se puede vivir sólo en la intimidad, porque el empobrecimiento equivale a la demencia.
─ “Yo, en tu lugar…” “No; tú no estás en mi lugar, te lo imaginas.”
─Construir realidades confortables para uno.
─No hay razón alguna para que a la muerte de alguien se ignoren sus fechorías. La historia no debe falsificarse. La piedad no tiene lugar en la historia.
─Diferenciar entre quién se es y qué se es. Lo segundo es accesorio y, como tal, perecedero.
─Lo importante en la pintura es la mirada: una forma de leer en las cosas.
─Hacer que las cosas hablen, y contarlo después: eso es pintar (o escribir: una forma de pintar con palabras).
─Amar es acortar distancias con el objeto amado: ése es su riesgo.
─El morir, tengámoslo presente, es la manera de poner las cosas en el sitio que les corresponde. Hecho esto, se puede vivir como si la muerte no existiera.
─Pensar no es necesariamente pensar con claridad; pero, si lo es, se agradece el esfuerzo.
─Hablar puede ser hablarse, pero escribir es siempre escribir- le.
─Talento y nobleza: ésos son los dos rasgos de la belleza interior, los que al fin se “traslucen”.
─Un buen final: mirar hacia atrás y no tener nada de qué avergonzarse.
─La amistad no se prueba; la amistad es entrega. No es apuesta, porque sólo se juega a ganar.
─Uno es todos los que puede representar.
─Saber qué representa para alguien el éxito es una forma de saber mucho de él.
─Si quieres saber algo de quien tienes ante ti, aunque se oculte, indaga qué es lo que le apasiona.
─Admirar; aprender a admirar. No porque lo que ellos han hecho no lo podamos hacer nosotros, sino porque ellos lo han hecho y nosotros no.
─Lo que más se aproxima a la idea de Dios es la Naturaleza: todo lo puede, de ella todo viene, a ella todo va. Es naturalmente todopoderosa.
─Lo religioso no tiene que ver con Dios. Es una manera de estar con la persona, el animal o las cosas en la que uno se siente en el otro o en lo otro. Por eso, en toda actuación religiosa hay una respetuosa asunción de lo ajeno.
─La memoria es un instrumento con el que nos hacemos: somos lo que recordamos.
─El recuerdo nos re- hace; el olvido nos deshace. El olvido, una muesca en la propia biografía.
─El ateo es un creyente, pero en la inexistencia de Dios. ¡Un desastre lógico!
─El artista destaca lo oculto en el objeto.
─Lo místico: el territorio de la no─ palabra. El sentimiento inexpresable.
─La generosidad como pago de una deuda con no se sabe muy bien quién, pero con “alguien”.
─La ironía es un asesinato de aquel sobre el que se ironiza, o un suicidio, si se ironiza sobre uno mismo.
─Hay que tener cuidado con la ironía: que no nos destruya. La ironía es des- ilusión. En la vida hay que engañarse a sabiendas (no es paradoja), como manera de tomarse en serio. Por lo menos algunas veces.
─El amor es una realidad verbal: no existe amor si no se declara.
─El maestro no lo es tanto en la disciplina que enseña, como la forma en que vive su manera de enseñarla.
─Tener carisma: el mayor─ y el más inmerecido─ de los premios.
─Se confunde al cobarde con el bueno. ¡Qué bueno es! Hasta deja que los demás hagan el mal.
─Mi ciudad ─mi tierra─ es mi memoria. Por eso, sin proponérmelo, la amo como a mí mismo.
─El buen estilo es aquel que se practica sin advertirlo, como no advertimos el sonido de nuestras palabras.
─No hay que temer al riesgo de pensar. Pensar no es hacer. La ventaja de pensar sin límites es el descubrimiento de mundos posibles, aunque sean solo imaginados.
─Lo lírico es el uso del lenguaje (necesariamente público) para lo íntimo.
─Si tu trabajo te cansa pero no te aburre, es que es el “tuyo”.
─Los sentimientos, si se controlan, desaparecen. Por eso hay que saber qué hacer con cada uno de ellos.
─No hay una única forma de sabiduría. Cada uno debe hacerse la suya.
─Significa lo que yo quiero que signifique: eso es del todo verdad en la música.
─Deberíamos aprender a vivir con arte, a darle un rango estético a cada acto de nuestra vida.
─Pienso en algo; siento por algo. No se puede describir el pensar o el sentir sin contar con el objeto que los provoca.
─El cinismo es el último recurso del impotente. Porque hay que hacer lo que se debe aunque cueste.
─Nada más “antiguo” que lo que pretendió ser moderno. Lo pasado de moda. Son más tristes las fábricas en ruina que las ruinas de Troya o Roma.
─La amistad se funda en la recíproca fiabilidad moral. Si lo que les une son intereses, no se trata de amigos sino de compinches.
─Sólo somos dueños de nuestro destino en la renuncia.
─Sueño porque existo.
 

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