5 de marzo de 2010 | José Antonio Cañabate Monterroso
R.C.D. LA CARLOTA (1) – PEÑARROYA-PUEBLONUEVO C.F. (1)
EN ESTE PARTIDO EL PEÑARROYA PRESIONA DESDE EL PRIMER MINUTO SABEDOR DE QUE NECESITA GANAR PARA MEJORAR SU POSICIÓN EN LA TABLA.
Pero el equipo local plantea un partido disputado en el centro del campo y con una defensa muy bien formada que opone una fuerte resistencia.
A pesar de todo, en la primera parte, el Peñarroya dispone de varias ocasiones de gol en las que no se encuentra la portería contraria.
El equipo local juega al contragolpe cortando todas las jugadas de ataque del Peñarroya y colocando balones largos detrás de la defensa del Peñarroya para que sus delanteros intenten sorprenderla.
A pesar de la presión ejercida por el Peñarroya la primera parte termina con un empate a cero que al Peñarroya le sabe a derrota y los jugadores llegan al vestuario con mucha tensión.
En la segunda parte se repiten las situaciones de la primera parte pero con el equipo local metido en su completamente en su campo lo que le complica al Peñarroya el ataque.
Pero en el minuto veintitrés de la segunda parte un balón largo al borde del área del Peñarroya y la falta de entendimiento entre portero y defensa hace que el número siete de La Carlota (Asier Iván) toque la pelota y marque el primer gol del encuentro.
Esta ventaja conseguida por el delantero de La Carlota transmite una tensión adicional a los jugadores del Peñarroya que en un primer momento los desconcentra y se desorganizan ligeramente, pero se rehacen y continúan presionando con mayor intensidad.
Ya a falta de tres minutos para el final del partido el Peñarroya no se rinde y las jugadas de ataque se suceden con tal velocidad que no parece que vayan a poder culminar marcando por la precipitación de las mismas.
Pero es en este momento en el que le colocan un balón desde el centro del campo al borde del área al número siete del Peñarroya (Rafa) que ve al portero local adelantado y golpea al balón bombeado que pasa por encima del portero y consigue un empate valioso para su equipo.
Los jugadores se van al vestuario con una sensación agridulce, finalmente han podido empatar un partido que merecían haber ganado.