29 de julio de 2011 | Nicolás Barroso
Línea solidaria
JUAN GARCIA ALCALDE, CONOCIDO POR EL NOMBRE ARTÍSTICO DE JUANITO MARAVILLAS ERA NATURAL DE VILLAVICIOSA DECÓRDOBA
Juanito Maravillas era natural de Villaviciosa
SUCEDIÓ en aquellos años de plomo que los historiadores denominan posguerra española. Erase un pueblo que dentro de la miseria y el hambre naturales en el país, vivía con decoro y alegría, debido a que sus habitantes a base de ingenio e imaginación aprovechaban su condición fronteriza con un territorio próspero.
El dinero fácil corría con prodigalidad y a su amparo crecieron un número importante de salas de fiestas, cines y otros locales menos piadosos donde la gente se divertía olvidándose del agobiante orden imperante.
Al reclamo de tales atractivos, llegó a La Línea un mozalbete de pantalón corto del que decían tenía un pájaro en la garganta. Cantaor de flamenco, dejó su pueblo natal Villaviciosa en Córdoba, para ganarse la vida con lo que mejor sabía hacer: cantar.
Cuando llegó a la ciudad fue preguntando y le recomendaron un famoso cabaré en donde se apreciaba el cante grande. Aquella noche atravesó la puerta de aquel local a media luz, con olor a cerrado, serrín y alcohol y se decidió a cantar por derecho.
Eligió para la ocasión un fandango de el género que llaman del contrabando y empezó a entonar: "Mi jaca que buena era/ que le pegaron un tiro/ y sacó la carga entera". Cuando terminó de cantar se hizo un silencio sepulcral en el local que presagiaba algo no demasiado bueno.
De pronto, desde un rincón tronó una voz ronca y autoritaria:
-Niño, ven aquí y extiende la mano.
El chaval aterrorizado se acercó con la mano extendida y cual no sería su sorpresa cuando depositaron un duro, de los de entonces en la palma de su mano. Aquel hombre le dijo:
-Toma. Para tí y cántalo otra vez.
De madrugada, salió del cabaré con quince duros en los bolsillos, después de cantar quince veces el mismo fandango y a solas en la calle gritó a los cuatro vientos:
-En La Línea, me entierran.
Y a punto estuvo de conseguirlo al poco tiempo, por los excesos. Contrajo un principio de enfermedad que le obligó, por prescripción médica, al reposo absoluto. Se esfumaban sus ingresos, pero no importó. Las vecinas venían a diario a traerle alimento y caldito reparadores. Al irse se agachaban para darle un beso en la cama y metían la mano debajo de la almohada.
Lloró al darse cuenta que le dejaban, además de alimentos, algunas monedas para sobrevivir. Aunque no les sobraba, siempre aportaban algo para el que nada tenía.
Así es el pueblo que le adoptó. Se llamaba Juan Garcia Alcalde, conocido por el nombre artístico de Juanito Maravillas y fue uno de los grandes del cante.
Así me lo contó y así yo lo cuento.
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