Si ya es triste cuando las campanas de nuestra torre doblan por un mellariense, más lo es aún cuando lo hacen por dos, y más cuando éstos son el pilar y la columna vertebral de sus familias.
La tarde del pasado domingo 8 de Mayo nos caía a todos como un jarro de agua fría la muerte de Pedro Rodríguez Redondo en accidente de moto. Al conocer la noticia me vino inevitablemente a la cabeza su esposa, mi entrañable amiga Mari Carmen. ¡Otra vez no por Dios!, ¡no te parece que ya ha sufrido bastante!. A veces el dolor se ceba incomprensiblemente con buenas familias, trabajadoras, que tan sólo han hecho bien a los demás. Muy querido por sus paisanos y por sus vecinos, éstos últimos quisieron ofrecerle una corona de flores el día de su sepelio.
Pedro era de esas personas que alegraba la vida a todos los que lo rodeaban, que arrancaba la sonrisa de todo aquel que tuvo la suerte de compartir con él momentos de su vida. A Pedro le gustaba regalar vida, de hecho lo demostró a lo largo de muchos años siendo el delegado del Centro de Transfusión Sanguínea de Córdoba en Fuente Obejuna, siendo reconocido con la medalla de oro por este centro en reconocimiente a su fidelidad y compromiso durante todo este tiempo.
Pedro era feliz con poco, amante del flamenco y de las tertulias acompañadas siempre por un vino que no fuera peleón, por una copa de manzanilla o rioja en buena compañía, o disfrutando de la naturaleza durante su tiempo libre. Persona con inquietudes, con ganas de aprender, de conocer, de viajar. Tuve la suerte de compartir con él y Mari Carmen algún que otro viaje, me viene a la memoria el que realizamos a Granada durante un fin de semana, siendo yo el guía del grupo, viaje organizado por la Agencia de Viajes que por entonces dirigía Carolina Madrid en nuestro pueblo.
Para colmo aquí no terminaban las malas noticias en este fatídico domingo. María Luisa Vigara también fallecía esta misma tarde tras una terrible enfermedad que la fue apagando poco a poco.
Luisi ha sido una luchadora nata, un ejemplo de superación a seguir, un ejemplo de vida. Cualquier ser humano en sus circustancias se hubiera muerto de pena en un rincón de su casa, sin embargo su enfermedad le fue arrebatando la vida pero nunca pudo arrebatarle su sonrisa y sus ganas de vivir. Ella quiso hacerles un poco más feliz y llevadera la vida a los suyos no demostrando el dolor y el miedo que en esas circustancias cualquier ser humano siente.
Todos teníamos la esperanza de que se recuperase de su enfermedad, de hecho eran completamente incompatibles su aspecto físico con su estado de salud. Han sido muchas las oraciones que se han rezado por su recuperación pero Dios debe de estar un poco falto de ángeles en su Reino y por eso se la llevó tan pronto.
Quisiera mostrar mi cariño y mi apoyo a ambas familias que han perdido a estos dos seres tan queridos. y decirles desde estas líneas a José Luis y sus dos soles que tiene por hijas, y a Mari Carmen y sus dos hijas igualmente que se agarren a la vida luchando por lo más importante que les queda, sus hijas, sus hermanos y familiares, y ésta que es su gran familia, todo su pueblo mellariense.