3 de mayo de 2011 | Pilar Martínez
Espiel celebra su romería en honor a la Virgen de Estrella
BAJO LA SOMBRA DE LOS CHAPARROS, SE REÚNEN LAS FAMILIAS PARA DISFRUTAR DE UNAS INTENSAS HORAS
Romería en honor a la Virgen de Estrella
La localidad guadiateña de Espiel ha acogido durante el fin de semana del 30 de abril al 2 de mayo los actos de celebración de la romería de la Virgen de Estrella, Patrona del municipio.
Durante la jornada del viernes en la caseta municipal se celebró la XIX edición del premio de poesía “Acordes”.
El sábado por la tarde se llevó a cabo el tradicional baile del “patatún”. Los niños, principalmente, realizan un baile dividido en tres partes, todas marcadas por los sones de los tambores. Tras realizar unas carreras cortas, se detienen y se echan al suelo donde patalean y tocan las palmas a la vez. Por último repiten los mismos movimientos, esta vez en pie, esperando ansiosos a que desde las ventanas y balcones próximos se arrojen cantidades ingentes de golosinas y monedas. También tuvo lugar el concurso de fotografía digital
El domingo, día de romería, comenzó la jornada con la salida de carrozas y caballistas desde el paseo hasta la ermita, situada a 3 Km de Espiel. Allí, después de la ofrenda floral a la patrona y de la misa, que este año se ha celebrado a las 12 del medio día, bajo la sombra de los chaparros, se reúnen las familias para disfrutar de unas intensas horas de convivencia, y degustar el plato típico espeleño: el hornazo.
Las seis y media de la tarde es la hora fijada para la vuelta de la Virgen a la Iglesia. Los hermanos de la virgen traen la imagen a su pueblo, con el manto lleno ya de billetes. Tras descansar unos minutos en el puerto, llega a Espiel donde se vive el momento más emocionante de la fiesta: El encuentro de la Virgen con su hijo, que ha ido a recibirla. Ambos, inician una marcha rápida, que pronto se tornará en carrera. Se hace un gran silencio sólo roto por el redoble del tambor. Los porteadores de las imágenes llegan unos frente a otros y arrodillándose los de adelante, consiguen que las dos figuras se fundan en un abrazo. Es la Reverencia. Son segundos de gran emoción: se ríe, se llora, la música lanza al viento los acordes del himno nacional, gritos, vivas a la Virgen... Es la apoteosis a un gran acto.
Después del encuentro, se traslada la virgen a la que será su casa durante los próximos seis meses.
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