Desearía ser la luz del alba en tus pupilas,
el despertar junto a ti compartiendo tu almohada,
ser bálsamo y cura que cicatrice tus heridas
y el sentido de tu amanecer cada mañana.
Desearía ser la tierra de los caminos que pisas,
el aire que oxigena tus pulmones, el fuego en tu hoguera,
luna clara en estivales noches de suave brisa,
las páginas del libro que lees a la sombra de la higuera.
Desearía ser el agua de la mar donde te bañas,
la sangre que corre por tus venas,
tu silencio, tu paz, la verdad que nunca engaña,
la ilusión y la alegría que mate cada una de tus penas.
Desearía ser el paraguas que te cubre en días de lluvia,
el calor que seque cada parte de tu cuerpo,
la manta que te arrope y que te cubra,
las manecillas del reloj que detengan tu tiempo.
Desearía ser de ese tu grande corazón cada latido,
el ángel que se desvela mientras duermes,
la presencia que me haga sentir que no te has ido,
las hojas de tu nogal que cada año se deshoja por noviembre.

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