20 de febrero de 2017 | Joaquín Rayego Gutiérrez
D. José López Barneo, un peñarriblense de adopción
─ Ese hombre es un “máquina”. Sabe de todo
D. José López Barneo, un peñarriblense de adopción
Las palabras de unos universitarios me dan la clave de un personaje que, en la consideración de estos jóvenes, adquiere el rango de un celebrado humanista de la talla de “El Tostao”.
Como “la oportunidad la pintan calva”, y hay momentos para todo, aprovecho una conferencia que tiene lugar en el salón de actos de la Fundación “Cruzcampo”, para conocer a mi entrevistado de hoy.
Es un ciclo que celebra, ya cercano a cumplirse el XXV Aniversario de la Expo 92, la asociación "Iniciativa Sevilla Abierta", con el ánimo de plantear las posibles soluciones a la falta de dinámica en que está sumida la capital hispalense.
La del pasado lunes, día 13 de febrero, tiene como ponentes a D. José Félix Ríos Villegas, hermano mayor de la Hermandad del Gran Poder, y a D. José López Barneo, catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, director del Instituto de Biomedicina de Sevilla, Medalla de Oro de Andalucía, y toda una interminable relación de méritos.
El coloquio versa acerca de si "La influencia de la religión popular favorece o frena el desarrollo" de nuestra sociedad.
La actualidad del tema, y la capacidad de afrontarlo con argumentos válidos, ha reunido en torno al acto a una gran cantidad de asistentes.
Como diría Henry Fielding la fuerza del ejemplo es más rápida que la del mandamiento; y es en ese sentido en el que el diálogo fluye con una gran ejemplaridad por parte de los ponentes, que responden a las preguntas que vamos improvisando los allí presentes.
López Barneo valora muy positivamente la espiritualidad, y critica el dogmatismo religioso; calificando de pagana─ católica─ agnóstica la moda que hay en España de convertirlo todo en una fiesta.
Las notas que apunta no son nuevas; son logros que habría que asentar en el “habe” de conocidos ilustrados; personalidades de la talla espiritual del sacerdote Antonio Mª García Blanco, o pintores como el inglés William Hogarth, y el español Francisco de Goya y Lucientes, quien tuvo el “valor” de exponer su punto de vista en los salones de palacio.
La aportación de este catedrático va en la línea de un desarrollo impecable de las ideas ─ remontándose, incluso, a sus antecedentes históricos─ del equilibrio en la palabra y el gesto, del respeto intachable a su “contrario”, y de esa mirada nueva a la que hacía referencia Fernando de Pessoa:
─ Toda cosa que vemos debemos verla siempre por primera vez, porque en realidad es la primera vez que la vemos.
Como en el transcurso del debate el doctor López Barneo mencionara con voz cálida y entrañable el nombre de Peñarroya ─ Pueblonuevo es por lo que, antes de nada, quisiera agradecer ese pequeño homenaje de quien se siente ligado a nuestra paisana Elizabeth Pintado Sanjuán, y por extensión “al pueblo de mi mujer”.
P.─ Las primeras de mis preguntas a tan cordial entrevistado irán pues en ese sentido, que nos cuente algo de él, de cómo conoció a su compañera Elizabeth, de si tuvieron que ver en algo las amistades comunes, de la Sevilla que conoció en sus años de estudiante…
R.─ Procedo de una familia humilde y al llegar a Sevilla en 1969 me pareció una ciudad muy rica y divertida. Mi pueblo y Jaén eran más serios. Me llamaban la atención los “palos de nata” por parecerme en aquella época un “derroche gastronómico”.
Con mis amigos de Torredonjimeno ─hasta los 15 años en que salí a Alcalá de Henares a estudiar bachiller superior en una Universidad Laboral─ tuve una relación muy estrecha que en parte todavía mantengo.
Conocí a Elizabeth en la Facultad de Medicina cuando su grupo y el mío, que habían estado en clases separadas, se juntaron en 4º de carrera.
Desde el primer momento me gustó.
No recuerdo cómo me enteré de que era de Peñarroya-Pueblonuevo.
Pregunté a unos compañeros peñarriblenses del Colegio Mayor de San Telmo si la conocían, y me dijeron que era hija de Don Florencio, un excelente profesor de matemáticas.
De mis suegros guardo un recuerdo muy entrañable: siempre se portaron conmigo como verdaderos padres.
P.─ A Góngora le preguntaron si la belleza de Granada le había hecho olvidar a su ciudad natal. Y él contestó con un soneto. ¿A usted, qué se le hubiera ocurrido decir?
R.─ “Ser natural de….” es mucho más que simplemente asociar tu nombre al del pueblo en que naciste. Yo soy “natural de” Torredonjimeno porque fueron sus piedras, sus habitantes (mis padres, familiares, vecinos, amigos, etc), su ambiente, y mis vivencias en ese entorno, los que moldearon mi personalidad durante un periodo crítico de mi vida (la niñez y la adolescencia).
He tenido muchas vivencias en mi vida, pero aquellas, las primeras, sustentan a todas las demás.
P.─ El comunicador Umberto Eco dice que "el producto debe agradar al cliente", que "no debe ocasionarle problemas"; que "el cliente debe ser inducido a un recambio progresivo del producto", etc... ¿Es la enseñanza un producto que el docente de hoy en día esté obligado a vender?
R. ─El docente debe aportar conocimiento y enseñar cómo usarlo. Son dos herramientas fundamentales para la maduración del ser humano. No hay que “vender” nada, ya que el conocimiento lo es todo. Sí creo obligatorio ser didáctico.
No siempre el que debe aprender está en estado de ánimo de hacerlo, por ello es un gran profesor el que despierta amor por el conocimiento entre sus alumnos.
P.─ La sociedad de consumo acostumbra a confundirnos, y a echarnos a pelear... como cuando el emperador romano intentaba soliviantar al poblado de "Asterix" construyendo junto a él un magnífico residencial. ¿Es el ejemplo que nos muestra la pantagruélica Torre Pelli?
R.─ No creo sinceramente que esa sea la intención de los que han diseñado y construido la torre Pelli. Quizá hay en esta torre algo que representa a la burbuja bancaria/inmobiliaria de hace unos pocos años.
Yo me quedo con lo positivo de esta construcción, que indudablemente contribuye a dar una imagen más moderna de Sevilla, y de Triana.
P.─ ¿Les parecería normal a investigadores de su talla tener una ficha más acorde con la de Cristiano Ronaldo?
R.─ Desde luego que sí. Pero sinceramente no creo que debamos de ganar mucho más de lo que ganamos ahora. El investigador trabaja por vocación y por alcanzar una gloria que no tiene nada que ver con el dinero.
P.─ ¿Hay alguna cosa por la que daría a cambio su medalla de oro de Andalucía?
R.─ Porque se incremente la cantidad de recursos que se dedican a investigación y se creen puestos de trabajo para nuestros investigadores jóvenes.
P.─ ¿Es el intelectual alguien que, para progresar, ha de someterse a los poderosos: o un "insumiso", como aquellos de quienes habla Tvetan Todorov?
R.─ El intelectual debe ser siempre él mismo. No me gustan las actitudes o los roles de “insumiso oficial”; eso quita valor y originalidad a la insumisión. El intelectual debe ser crítico consigo mismo y con su entorno; y un analista de la realidad, manteniendo una rabiosa independencia.
P.─ Personajes de cómic como Andy Capp evidencian la abulia, y la falta de compromiso del individuo para con los demás. ¿Ve lógico que esa misma sociedad les ría las gracias al pícaro y al gandul, y además les subvencione?
R.─ El ejemplo que comenta es triste y paradigmático de la sociedad “descomprometida” en la que mucha gente se mueve.
Por suerte, hay otra mucha gente (como por ejemplo los más de 150 investigadores de menos de 40 años que trabajan en el IBIS) que se mueven en una sociedad moderna, trabajadora, eficiente y honesta.
Quiero creer que en España y en Andalucía los pícaros y gandules son cada vez menos apreciados. Ése es un excelente signo de modernización.
P.─ En un tiempo en se encarece la "libertad de cátedra", ¿cree que un profesor de Literatura tendría problemas si se propusiera analizar en sus clases aquellos epigramas en los que Gustavo Adolfo Bécquer fustiga a los Borbones?
R.─ Creo sinceramente que gozamos hoy de más libertad real que nunca ha habido en España. Hace solo cien años los comentarios que hice durante la conversación que tuve con el hermano mayor de Jesús del Gran Poder me hubiesen llevado a la cárcel.
P.─ "Si usted supiera de quien soy hijo..." fue la frase más utilizada por Dorio de Gádex para darse pisto. ¿La escuchó alguna vez en alguien interesado en que le aprobase?
R.─ No exactamente, pero si he recibido presiones de personas para que aprobase a alguien (solo en un par de ocasiones en toda mi vida profesional).
Una vez le dije a un padre sobre su hijo, a quien había suspendido varias veces con notas muy bajas: “…Cuando saque un 4 lo apruebo”; y él me respondió: “Hombre, ¡qué favor es ése!”.
***
Concluye así, y de un modo un abrupto por razones de espacio, nuestra entrevista a D. José López Barneo, un peñarriblense de adopción.
A quienes pertenezcamos al grupo de esos tantos miles para quienes una mirada franca y una sonrisa de oro encierran todo el peso de mil argumentos, no les habrá pasado desapercibida la extraordinaria personalidad de este asiduo visitante de nuestro pueblo.
A quienes tuvimos la oportunidad de escuchar sus razones debatidas en público, o de entrevistarle con preguntas nada fáciles de contestar, tan sólo se nos vino a la mente una expresión sevillana que tiene la fuerza de un elogio expresado en forma de "taco":
─ “¡Ese tío tiene más h… que el caballo del Cid!”
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