1 de junio de 2010 | María Rosa Fernández
Las ovejas no son para el verano
LAS OVEJAS, UNA VEZ ESQUILADAS, SON SOMETIDAS A UNA DUCHA PARA FINALIZAR CON LA ELIMINACIÓN DE POSIBLES PARÁSITOS EN LA PIEL
Miembros de la familia Gómez esquilando ovejas, en Villaviciosa
Cuando el mercurio comienza a subir, llega el momento de liberar de sus abrigos de lana a los ovinos. En el Guadiato, el arte de esquilar es una práctica bien conocida entre los ganaderos. Antonio Gómez, más conocido en Villaviciosa como «El zurdo», es uno de ellos. Conoce desde pequeño esta labor. Su padre le enseñó cuando era sólo un niño para que continuara con un trabajo que había comenzado su abuelo. Hoy en día, sus dos hijos, Óscar y Álvaro, siguen sus pasos.
A mediados de abril, cuando empieza a apretar el calor, la familia Gómez comienza con los preparativos. Les esperan cerca de tres meses esquilando ovejas. Los varones afilan las cuchillas y demás herramientas, mientras que la madre, Gloria, se encarga de que tengan la ropa lista y de llevarles comida al campo mientras ejercen su labor.
Se trata de un trabajo muy duro, que empeora las altas temperaturas, pero Antonio está acostumbrado, aunque haya muchas tareas mecanizadas.
Por su bienestar
El corte de la lana tiene varias finalidades. La primera y principal es adaptar los ganados a las altas temperaturas. «Las ovejas igual pasarían con la lana, pero padecen más en verano y no engordan tanto», según señalan los ganaderos.
Asimismo, el corte es necesario desde el punto de vista higiénico para eliminar insectos en los animales..
En los corderos, la operación se llama escollar y consiste en esquilarles solamente la tripa y el cuello por la parte de la garganta.
La esquila se realiza hoy en día con máquinas especiales. Según Antonio, cada trabajador arregla alrededor de 100 ovejas, pero que hace años «se hacía a tijera», y cada persona esquilaba en un día unas quince ovejas, dependiendo de la habilidad. Entonces «sí que eran días interminables». Además, con las tijeras era más fácil dar algún corte al animal, asegura Gómez.
Para esquilar se coge la oveja y se le cruzan las patas delanteras con las traseras, trabándolas con una guita para que no se muevan.
De cada animal se sacan unos dos kilos de lana, que este año se paga a algo más de un euro por kilo, por lo que resulta rentable para el dueño de las ovejas.
Llama la atención que en la cuadrilla de Antonio Gómez son todos jóvenes. La explicación es clara. Debido a la situación de crisis económica, no han tenido más remedio que volver a las faenas del campo a buscarse la vida, ya que ahora, trabajar como «peluqueros» de ovejas sí que está bien pagado.
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