Me dispongo a escribir sin ni siquiera tener claro si me van a salir las palabras. La desilusión que me ha provocado los hechos ocurridos en la carrera de MotoGP es directamente proporcional a la gran admiración que sentía hacia Valentino.
He de admitir que Marc Márquez nunca ha sido santo de mi devoción. Siempre he pensado que era demasiado agresivo en sus maniobras y que algún día se le iría de las manos. Después de perder a Simoncelli temo en cada carrera que pase algo similar. Pero aún así, disfruto. Es algo que no puedo remediar, sea con la categoría que sea, vibro con cada adelantamiento.
Rossi empezó una guerra nueva el jueves en rueda de prensa. Algo que podía haberse quedado en eso, en palabras, pero que por desgracia ha ido a más. No sé si Márquez se ha quedado atrás a propósito o si, como él asegura, no tenía ritmo para seguir a Lorenzo. Pero lo que sí sé seguro es que te guste o no, te apetezca más o menos, te veas mejor o peor preparado en ese momento, el motociclismo es un deporte de adelantamientos en el que el rival no va a dar su brazo a torcer porque tú tengas un mal día. Quizás Marc no se estuviera jugando el Mundial, pero después del mal comienzo que tuvo es lógico que quiera dar el máximo en cada carrera. Y por todos es sabido, porque nunca lo ha ocultado, que le gusta divertirse en carrera.
Puedes ser de uno o de otro pero hoy dan igual los colores. No importa si eres más de Honda o de Yamaha. De Márquez, Lorenzo o Rossi. Hoy es día de motociclismo. Y ya lo decía Stoner cuando dejaba las motos por falta de seguridad. Dirección de carrera y la Federación Internacional de Motociclismo están permitiendo demasiadas cosas.
No se trata de decir si Valentino quería tirar a Marc de la moto. No creo que quisiera. Sinceramente, no lo quiero ni pensar. Pero ya digo, no es cuestión de lo que ha pasado o de lo que podría haber llegado a pasar, sino del gesto tan miserable y antideportivo que se ha llevado a cabo, independientemente del propósito del mismo.
Me parece insignificante la sanción. Esto es un deporte en el que se juegan la vida, no se puede ser tan tolerante por el simple hecho de querer dejar el Mundial abierto para la última carrera. Además, si algo diferencia al motociclismo de deportes como el fútbol es, o ha sido hasta ahora, el respeto que ha habido siempre entre pilotos y equipos. No se puede perder eso. Un circuito no se puede convertir en una jungla.
Por si fuera poco, para dar más morbo al asunto, se vende que Lorenzo está indignado con la sanción, cuando todos los pilotos que han hablado hasta ahora coinciden en la levedad de ésta. No creo que haya que echar más leña al fuego, el incidente por sí solo es suficientemente grave y después de la gran decepción que nos hemos llevado más de uno, no hace falta seguir alimentando la polémica.
Espero que este error no manche la brillante carrera de Valentino Rossi. Que con esta acción haya decepcionado no significa que se puedan ignorar todos los grandes momentos que el piloto italiano nos ha dado a los aficionados y a todo el motociclismo. El jueves acusaba a Márquez de tenerle envidia y hoy declaraba que con la sanción impuesta el “niño” se salía con la suya. No creo que nadie haya ganado nada con lo ocurrido. Rossi ha salido desquiciado y ha salido mal parado de la guerra que él mismo había comenzado. Pero no es el único, hoy todos hemos perdido un poquito de admiración. El ‘46’ sigue siendo un mito, pero la tristeza es inmensa.

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